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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (22/10/2017)

Reflexiones sobre el resultado del último EiTB Focus, el drama catalán y la desaparición de Santiago Maldonado.

Tx. Por empezar con un tema propio, ¿qué lectura haces del último EiTB Focus?

JFA. Si se trataba de soslayar el tema omnipresente desde hace semanas, hay que decir que el sondeo de Gizaker para EiTB arroja contenidos muy influidos, como no podía ser menos, por lo que está viviendo la sociedad catalana. Casi todas las lecturas de los medios de comunicación han destacado que en Euskadi se sigue con mucho interés y empatía lo que sucede en Catalunya, pero que no es ese el camino que elegiría para los vascos. Los datos confirman lo que todo el mundo podía presentir para la Comunidad Autónoma Vasca: que al PNV le va muy bien, a EH Bildu bastante bien, a Podemos y PSE-EE bastante mal, y al PP, rematadamente mal. El sondeo se ha realizado a media legislatura municipal y foral, que no es tampoco el tiempo más motivador.

Ahora que Felipe VI se ha erigido en restaurador de la legalidad y la convivencia, puede resultar interesante recordar que un 60 por ciento de los consultados valora su figura con un cero. Han destacado algunos medios que PNV y PSE-EE, si se confirmaran las previsiones del Focus, podrían formar Gobierno de nuevo, sin la muletilla del PP. No se ha destacado suficientemente a mi juicio que al PNV le va resultar cada vez más difícil apoyarse en unos socialistas que se están mostrando ante la crisis catalana con la misma pulsión españolista de PP y Ciudadanos. Los socialistas vascos van a estar muy incómodos, y de paso los jeltzales, cuando el acuerdo del PSOE con Rajoy se materialice en más presos, en la intervención de la policía autónoma catalana, de su Educación, de sus medios de titularidad pública, cuando no en la ilegalización de las formaciones independentistas, lo que a estas alturas parece ya inevitable.

Tx. ¿Se puede pensar que estamos cerca de conocer el desenlace del drama catalán?

JFA. Llegados a este punto, y relacionado con el proceso catalán que nos ocupa desde hace semanas, puede resultar oportuna una reflexión que sirve también para el que nos atañe como vascos. He recordado estos días una conversación que mantuve con un jesuita vasco nacido por azares de la guerra de sus padres precisamente en Barcelona, y ciudadano salvadoreño por el compromiso asumido con los más desfavorecidos de ese pueblo. La guerra de su país acababa de conocer los acuerdos de paz en México entre el Gobierno y la guerrilla, hablábamos de las reclamaciones nacionales de los vascos, me sorprendió con una afirmación rotunda: “un lujo de europeos”.

“Vosotros no sois una nación oprimida. Hace unos días estaba con los rohinyás de Birmania, ellos sí lo son”; “aquí se vive muy bien”, le ha dicho un periodista americano que cubre los acontecimientos de Catalunya al autor del artículo “Preferiría no hacerlo”, publicado esta semana en Deia. Ambos juicios responden a la misma lógica y, en lugar de preguntarse e indagar qué es lo que motiva a luchar a pueblos que tienen satisfechas sus necesidades básicas, se limitan a mostrar su incomprensión cuando no su reproche por aspiraciones que no se reducen a lo material. ¿Por qué nos movilizamos?, se pregunta el autor del mencionado artículo. Después de dar muchas vueltas a argumentos de todo tipo, que no escasean, y buscando la máxima síntesis, sostiene haber llegado a la conclusión de que una única palabra le permite responder a todos: dignidad. Curiosamente, a mi pregunta de por qué tantos jóvenes y unos cuantos jesuitas compañeros suyos se echaron al monte, sabiendo que era muy improbable que su sacrificio sirviera de algo, me respondió que era, que fue  cuestión de dignidad.

Tx. ¿Qué traes para la coda final?

JFA. Traigo la desaparición y aparición sin vida, flotando en las aguas de un río patagónico que se había revisado minuciosamente antes, de un joven mapuche. Santiago Maldonado, que así se llamaba, fue visto con vida en manos de la Gendarmería argentina, fue dado luego durante semanas por desaparecido, por fugado, según la versión oficial que nadie creyó, hasta que fue “plantado en el río”, que dicen los suyos, tantas veces visitado antes en su búsqueda. ¡Cómo no recordar a Mikel Zabalza, arrancado de su casa por la Guardia Civil de Intxaurrondo, desaparecido según la versión oficial cuando iban a revisar un zulo junto al Bidasoa, “plantado” luego por sus captores en las mismas aguas tantas veces infructuosamente revisada!.

Por cierto, después de todos estos años, la vida y la muerte de Mikel siguen sin verdad, sin justicia, sin reparación.