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alguien te está escuchando

CRONICA DE EUSKAL HERRIA

José Félix Azurmendi analiza en "Alguien te está escuchando" la actualidad

El último comunicado de ETA, el juicio de Alsasua y la política de PNV en el Parlamento español y su postura en torno a los presupuesto del Estado para 2018 son objeto de análisis

  • 7:54 min
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Sabatina del 21 de abril de 2018

Radio Vitoria – José Félix Azurmendi

Tx. Parece claro que el tema de la semana es ETA. ¿Cómo valoras el último comunicado?

JFA. Yo, como Jesús Eguiguren, a quien ayer se lo preguntaron en ETB, no he sentido una especial emoción al conocer ayer los dos comunicados de ETA. Lo importante ya se materializó hace casi siete años y lo que quedaba se debía más a la preocupación de la organización por no dejar cabos sueltos, por explicar a los suyos una decisión unilateral, por intentar que la otra parte si, como era previsible, no se ablandaba, quedara al menos en evidencia, ante un golpe de efecto sin precedentes en una organización de estas características. Como era previsible, el Estado no se ablandó ni se conmovió, pero la incomodidad del partido que lo sustentaba se hizo evidente para muchos ciudadanos vascos, para buena parte de la opinión internacional y también para algunos sectores progresistas españoles.

Ayer, como en otras ocasiones, hubo reacciones automáticas que no requerían siquiera haber leído antes los comunicados, y otras que, reconociendo que la petición de perdón por parte de ETA era novedosa, condenaban que se dirigiera a las víctimas que no tenían participación en el conflicto y que sobre las otras víctimas se limitara a decir que tampoco merecían ser humilladas, porque de lo contrario se podía interpretar que “ha existido una daño justo que merece aplauso”. Los que dicen que todas las víctimas son iguales sostienen y se aferran a que aquí no existió, y por supuesto no existe, conflicto alguno, frente al que, en unas condiciones determinadas, un sector de este pueblo habría recurrido a las armas.

Puesto que la propia ETA no ha dado por el momento el paso de poner nombre y apellidos a unas y otras víctimas, y probablemente nunca lo hará, puede resultar arriesgado poner ejemplos para sostener que no todas las víctimas eran iguales, que no todos los atentados merecieron la misma repulsa, que no se veía de la misma manera a la ETA en tiempo de dictadura, en los primeros años de la Transición y posteriormente, cuando la estrategia de la socialización del dolor le llevó a atentar contra objetivos anteriormente inimaginables, cuando no expresamente desechados. No hace mucho, una cuñada del ex presidente uruguayo José Mugica que había militado en el movimiento tupamaro decía que la muerte de aquel campesino que descubrió por casualidad el más importante refugio con el que contaban fue un asesinato, pero decía también que la muerte de Dan Mitrione, el agente del FBI enviado a su país para enseñar a arrancar confesiones de los detenidos, fue un ajusticiamiento. Tal vez algún día también aquí algún militante de ETA explique por qué se avergüenzan de unos atentados y no de otros, aunque en palabras del comunicado, ninguna de las víctimas merezca ser humillada.

Tx. Otro asunto ha estado muy presente también esta semana: el juicio de Alsasua

JFA. Ha arrancado por fin, un año y medio después, el juicio contra un grupo de jóvenes de Altsasu, convertido en juicio a todo un pueblo por buena parte de los medios de comunicación españoles. Nadie en su sano juicio puede sostener que la pelea o la agresión contra dos guardias civiles de paisano y sus parejas en horas de madrugada a las puertas de un bar de copas pueda ser catalogado de terrorismo y, seguramente, la sentencia eludirá caer en ese despropósito y descrédito total, pero los familiares de los procesados temen con motivos que el esgrimido presunto delito de odio conlleve también unas penas desproporcionadas. Que la Guardia Civil, más que los guardias civiles, no es grata para buena parte de los vascos es evidente y hay razones de todo tipo en el pasado para explicarlo. Que ese sentimiento sea traducido en odio es mucho menos evidente, aunque si así fuera, odiar no es delito, mientras no se traduzca en incitación al odio, en alguna forma de menoscabo de los derechos del odiado. Los que han llevado este asunto tan lejos y con tanto descaro, no van a resignarse ahora a no darle alguna justificación, que terminará como otras veces en tribunales internacionales, pero tarde, cuando la vida de unos cuantas personas haya sufrido ya daños irreparables.

Tx. Entre tanto, ¿qué dice la política, qué los políticos?

JFA. La política está otorgando a los representantes del PNV en el Parlamento español un protagonismo desproporcionado a la hora de aprobar los Presupuestos del Estado. Nunca antes tan pocos fueron tan decisivos. En estas circunstancias, el Partido Nacionalista Vasco le ha concedido al Gobierno central un margen de tiempo para que cumpla sus condiciones si quiere recibir su apoyo. Ayer le oía sugerir a un parlamentario jeltzale en Gasteiz que el traspaso de la competencia de prisiones estaría entre las exigencias, además naturalmente de la explicitada, según algunos con excesiva vehemencia, de la derogación del 155, y otras menos espectaculares. Algo así, muy sensible para el mundo abertzale, va a necesitar el PNV si no quiere abonar y  satisfacer el prejuicio de quienes nunca han dudado de que acabaría apoyando al Gobierno del PP, que no son pocos.

No queda mucho tiempo. Los movimientos de esta semana de sus más altos representantes en Madrid, Barcelona y hasta en la cárcel donde está encerrado Jordi Sánchez dan buena prueba de su empeño y de la urgencia. Se trata de un buen test, a fecha fija y próximo vencimiento.