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Crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria
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8:15 min
Ayer se supo que el lehendakari había aceptado participar en el acto oficial de entrega a España de los documentos originales de ETA que la Administración francesa mantenía en su poder, un acto que el Gobierno español presenta como de agradecimiento por la ayuda gala a la derrota de esa organización. Algo muy importante le debieron explicar a Urkullu desde Madrid para que modificara su inicial decisión de no acudir porque tenía compromisos adquiridos para ese lunes, y por la evidente descortesía de haber sido invitado a ultimísima hora. No serán pocos los que hubieran preferido su ausencia en un acto en el que tampoco estará como se había dicho antes el presidente Macron. En un acto que se quiso para ser escenificado en Vitoria en una sede de la memoria que se quería lista para el momento. En un acto que el delegado de España en Gasteiz vende como de agradecimiento y homenaje a dos juezas francesas por sus servicios a esta causa, que no habría sido el caso años atrás, cuando España protestaba airadamente por la tolerancia con ETA de Francia.
Un acto a todas luces prescindible, en el día después del Alderdi Eguna que celebra todos los años el PNV. Dos días más tarde del acto que hoy tendrá lugar en Gernika, organizado por Gure esku dago, a favor del derecho a decidir y como recuerdo del primero de octubre del año pasado, cuando los catalanes lo ejercieron venciendo todo los obstáculos, cuando se visibilizó ante el mundo lo que un Estado es capaz de hacer para impedirlo. Dos días más tarde de un nuevo aniversario de los últimos cinco fusilamientos bajo el mandato del dictador Francisco Franco, recordatorio y denuncia a los que cada vez se ponen por cierto más impedimentos.
A nadie debería sorprender que la Policía espíe, grabe, chantajee: se aproveche de la debilidad humana para sus fines, tan ligados siempre a lo más sórdido y vergonzante. Por eso que extraña que gentes necesariamente tan advertidas hablaran con esa ligereza en presencia de personajes como el comisario Villarejo y otros de su catadura. Pero extraña más, si cabe, que las filtraciones que se van haciendo públicas a través de medios nacidos para la ocasión puedan hacer tambalear y tal vez caer a un Gobierno como el que preside Pedro Sánchez. No es la primera vez que se conocen en España operaciones de este tenor. No es la primera vez que sus señorías, la del Supremo y la Audiencia Nacional, en el caso Bardellino por ejemplo, aparecen enredadas con madamas y mafiosos. O que el equipo de un ministro, el socialista Corcuera por ejemplo, es descubierto con una cámara en el armario desde el que grabar las excentricidades amatorias del director de un diario. No debe ser fácil no pecar en una Cartagena llena de hermosas indias, pensarán algunos, y eso debió influir en aquellas señorías en horas de holganza, y también en aquellos advertidísimos guardaespaldas de Obama que fueron denunciados porque además de pecar, no querían pagar lo convenido. Hay decenas de dichos, refranes y cuentos para poner de relieve la fuerza de ciertos apetitos, para reflejar que hay asuntos que no tienen enmienda. No es necesario explicitarlos.
El hedor de las cloacas del Estado lo impregna todo en este sofocante inicio de otoño.
El actor y diputado de Ciudadanos Tony Cantó se ha permitid una broma en el Parlamento español a cuenta del euskera. Ha verbalizado la gracieta de aquel enfermo que se negó a que el médico le hiciera la colonoscopia porque no sabía vascuence: es decir, uno más de esos vascos tontos, empeñados en defender lo suyo aun a costa de su salud. Como era de esperar, como lo esperaba él mismo, porque de eso se trataba, le cayeron encima vascos y catalanes, que solo debieron convencer a los que estaban por la labor. Este tipo de provocación tiene precedentes, desde la del ministro que ponía en duda que el euskera sirviera para explicar Física, cuando en la UPV ya lo hacía José Ramón Etxebarria; o desde el que sostuvo que no servía para explicar el erotismo y Ramón Etxezarreta le regaló su Kama Sutra en euskera. El imposible vencido de Manuel Larramendi se imprimió en Salamanca ya en 1729 para dar respuesta a estas cuestiones pero la ignorancia es atrevida, y la mala fe más.
Se dan por enterados algunos de que en Euskadi se hace buena literatura cuando en Madrid premian a alguno de nuestros escritores, como es el caso esta semana de Juan Kruz Igerabide, que con ese aspecto de aitite bonachón firmado por un bigote rotundo estaba condenado a hacer literatura más que para niños y jóvenes, sobre jóvenes y niños. Tan evidente es hoy que la lengua vasca ha podido crecer y desarrollarse en todos los campos como cualquiera otra lengua, que ha crecido en todas las disciplinas y saberes en las últimas décadas como nunca antes, como que esa intensidad no se ha visto acompañada en la misma medida en su extensión. Hoy se habla, se escribe, se investiga, se pena y ama como nunca antes en euskera, pero en no pocos lugares de Euskal Herria se ha perdido su uso. Y esas cosas no pasan por casualidad.