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Crónica de Araba
Vitoria Gasteiz ciudad de contrastes
La actualidad de esta semana en Vitoria nos deja algunos ejemplos de una ciudad de contrastes. Convento de Betoño e Iradier Arena buscan un futuro tras el fracaso de los proyectos iniciales.
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Iradier Arena. Foto: Zarateman
5:19 min
La actualidad de esta semana en Vitoria nos deja algunos ejemplos de una ciudad de contrastes, en la que se hacen esfuerzos por reorientar el futuro de infraestructuras hoy huérfanas y que nacieron en su día bajo el impulso de proyectos que conjugaron la ambición y el fracaso sin solución de continuidad.
El Convento de Betoño, rebautizado durante los últimos años con el nombre del frustrado proyecto cultural de Krea, despeja su futuro. La Fundación Vital, propietaria, y el Gobierno Vasco han acordado destinarlo a la Escuela Superior de Diseño, que actualmente se encuentra en Zaramaga, y acoger el Centro de Investigación e Innovación Aplicado de Formación Profesional, Tknika. El compromiso con proyección para los próximos 20 años y la posibilidad de renovarlo cada cinco, a razón de 120.000 euros anuales, garantiza su estabilidad. El presidente de la Fundación Bancaria, Jon Urresti, no ha podido ocultar la satisfacción por haber resuelto una pesada asignatura que heredó cuando se puso al frente de la entidad. El Convento de Betoño, tras una reforma de cuatro años y 18 millones de euros invertidos, se encuentra vacío y sin uso desde hace siete años. El próximo curso iniciará una nueva andadura. La valoración positiva que se ha hecho desde todos los sectores sociales, políticos y culturales de la ciudad no es frecuente, por no decir casi inédito en la capital alavesa.
También un nuevo horizonte de futuro busca el Ayuntamiento para el eufemísticamente bautizado como multiusos Manuel Iradier. La concejala de Cultura, Estíbaliz Canto, ha adelantado esta semana en Radio Vitoria que cuentan con el interés de un promotor privado para un proyecto de gestión cultural. No es ningún secreto que una de las dificultades reside en la considerable inversión que se necesita con el fin de adecuar el recinto, sobre todo desde el punto de vista acústico, para acoger eventos de calidad.
No parece que gozaran de una privilegiada visión estratégica de ciudad quienes tomaron la decisión de aquella ambiciosa reforma urbanística, bautizada en su día como la Reordenación de la Manzana de la Plaza de Toros.
Mantener un coso taurino ya infrautilizado entonces y actualmente sin cartel de feria que lo justifique; tener que prescindir de otros elementos que no pasaron del boceto; recordemos el hotel, el área comercial y las oficinas hoy inexistentes o la intervención de Caja Vital para rescatar el embrión de lo que conocemos como Plaza del Renacimiento, no está precisamente entre los capítulos más brillantes en la reciente historia de la ciudad.
Vitoria, ciudad de contrastes, es capaz convertir una Plaza de Ganado como la de Zurbano en sede continental de la Final Four de baloncesto y anidar, al mismo tiempo, en el corazón de su casco urbano un coso taurino cubierto, sin tercio de varas ni reses bravas.
En la ciudad de los contrastes hoy contamos con diversidad de ocupaciones. Una larga lista de colectivos se manifestarán dentro de unos minutos bajo la iniciativa Okupatu -Gasteiz, protestando por los criterios del Ayuntamiento en la regulación de los usos del espacio púbico. Pidieron utilizar siete plazas y el Ayuntamiento redujo los permisos a dos, lo que les ha obligado a reducir el programa de actos. Otras dos ocupaciones, aunque de distinto signo, figuran en la agenda. Los globos aerostáticos de la Primera Regata Internacional surcarán los cielos de Vitoria y en la cota cero del Paseo de Cervantes los aficionados alavesistas cubrirán todo el aforo de Mendizorrotza para alentar al conjunto albiazul ante la visita del R. Madrid.
La actualidad de esta semana viene determinada también por un contraste con la historia y la memoria.
El retrato de Teodoro González de Zarate, último alcalde democrático en la convulsa primera mitad del siglo XX, preside desde esta semana una sala que lleva su nombre en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Han pasado 81 años de aquel ignominioso fusilamiento por decisión del general Mola, en el que, junto al alcalde republicano, ejecutaron a otros quince vecinos de la capital alavesa. Un piquete de falangistas, requetés y guardias civiles los habían sacado horas antes de la cárcel, un 30 de Marzo de 1937, haciéndoles firmar en un documento que eran puestos en libertad, cuando en realidad los trasladaron en dos camiones al puerto Azaceta, donde fueron ejecutados y enterrados en una fosa común.
El retrato de González de Zarate, obra de su amigo y entonces teniente de alcalde, Teodoro Alfaro, ha sido donado por la familia al Ayuntamiento para restituir la memoria y desvelar tragedias que hasta con ironía oculta la historia escrita por los vencedores. En una cárcel, paradójicamente situada en la calle Paz, 16 vecinos de Vitoria, entre ellos su legítimo alcalde, firmaron una no menos paradójica libertad, que en realidad escondía una sentencia de muerte. Este fusilamiento, aunque el único, figura entre los que mayor conmoción provocaron en el todo el País Vasco, y de manera especial en Vitoria, tras el violento y sangriento alzamiento franquista.