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Crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria
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8:45 min
Tx. ¿En qué has puesto la mirada en esta semana que termina?
JFA. Dos importantes instituciones están de celebración esta semana. Eusko Ikaskuntza conmemora sus cien años y Euskaltzaindia, los cincuenta de la aprobación de la unificación de la lengua vasca, de la decisión de iniciar el camino de estandarización y normalización del euskera, que cincuenta años después nadie cuestiona, pero que durante años lo fue y vehementemente por quienes veían en ello propósitos revolucionarios, intenciones ocultas, y también medidas que terminarían desnaturalizando la verdadera esencia y el alma del euskera que se manifestaba en cada uno de sus dialectos.
Nadie parece acordarse hoy de aquella autotitulada Erri Akademia –Erri sin hache por supuesto-, aquella Euskerazaintza que reunió a aguerridos adversarios del euskara batua, que tuvo en la incorporación de una “h” que entendían muda e injustificable su concreción más emblemática. Que partos de Batua y ETA coincidieran en el tiempo e incluso en muchos casos en sus protagonistas no hizo sino acrecentar la desconfianza y oposición de aquellos venerables y meritorios cultores de la lengua y la literatura en euskera, muchos de ellos ensotanados y/o jeltzales, anclados en la tradición y el inmovilismo. El delirio de alguno de ellos llegó al extremo de ver en la H griega, la copulativa I, o sea, eta. Para qué más pruebas, debieron pensar. Hay que agradecer muy especialmente a la autoridad profesional y el historial militante como jeltzale de Koldo Mitxelena que el sentido común se fuera progresivamente imponiendo. No le faltan asuntos sobre los que reflexionar y orientar a los académicos de nuestra lengua, pero este no ocupa ni preocupa ya a nadie.
Tx. Debe ser porque hay un consenso social suficiente
JFA. Así es, lo que no obsta para sugerirnos unas cuantas reflexiones más o menos políticamente incorrectas. Todos los representantes políticos dicen estar de acuerdo en que el euskera es un patrimonio común que todos dirán defender, aunque la práctica lo desmienta. Dirán también que el euskera debe estar fuera de la disputa política, por tratarse de un bien cultural que a todos interesa, pero no es lo que el día a día muestra. El euskera es sin duda la seña de identidad más clara de la nacionalidad vasca, por eso que resulte tan valioso para quienes tienen a la vasca como nacionalidad única y tan incómodo o al menos tan prescindible para quienes se sienten cómodos como españoles o franceses. No lo dirán tal vez o no lo dirán siempre, pero sus hechos lo ponen de manifiesto.
Cierto es que no han faltado ni carlistas ni socialistas militantes del euskera, incluso hasta algún franquista o aristócrata, pero cierto es también que la mayor parte de los activistas del euskera y de las ikastolas y de Euskaltzaindia, desde sus orígenes hasta hoy, hay que buscarlos entre los abertzales y, en un tiempo, entre los clérigos que hicieron de la predicación en la lengua vernácula un arma contra la penetración de las ideas republicanas, ateas o peligrosamente modernizadoras. No es por casualidad que el batua empezara a parirse en la rue des Cordeliers de ese Petit Bayonne tan lleno de historia e historias y rompiera aguas en el santuario de Arantzazu. Nació en pleno franquismo, lo impulsaron unos cuantos desde sus exilios, coincidiendo con tiempos de grandes cambios. Euskaltzaindia y Eusko Ikaskuntza, más generalista esta en sus competencias y afanes, comparten una rara cualidad, la de que incluyen a todos los territorios y las gentes de Euskal Herria, algo que le es negado a otras instituciones, a la que debería reunir a cuantos practican el deporte de la pelota… vasca, como ejemplo más lacerante.
Tx. ¿Algún aniversario más en esta semana de octubre?
JFA. Aniversario no, pero sí recordatorio de un pasado tan presente por tantos motivos entre nosotros. Dijo Pili Zabala en un acto de recuerdo a Lasa y Zabala que Jesús Loza, actual representante del Gobierno central en la Comunidad Autónoma Vasca, le había confesado hace un tiempo, en privado, que la guerra sucia había sido decisión del gobierno socialista, y el desmentido de Loza no se hizo esperar. Tan razonable parece pensar que el GAL tuvo el impulso y la financiación del Gobierno que presidía Felipe González, como que ese tipo de asuntos no se canalizan a través de decisiones oficiales de Gobierno, sino a través de las cloacas del Estado y los fondos reservados. Ambos, Pili y Jesús, podrán pues sostener sus razones y no es probable que la disputa pase a mayores.
Lo que sí pasará a mayores es la invitación de una comisaría de Madrid para celebrar a los patronos, los Ángeles Custodios, del torturador Antonio González Pacheco, Billy el Niño. Ha sido un comisario de aristocrático apellido, Mariscal de Gante, el padre de la invitación, y ha sido un vino español el que ha congregado a viejos y nuevos colegas. Otro comisario muy conocido, Manuel Bastelleros, ya dejó dicho que ellos son solo profesionales al servicio del Estado, sobre cuyas características no se pronunciaban. Sirvieron al régimen franquista y servirían al que lo siguió sin hacerse preguntas con las mismas armas. Inicialmente, la portavoz del Gobierno Isabel Celaa, que no está viviendo su mejor semana, se limitó a decir que el laureado policía era un hombre libre y podía ir a donde fuera invitado. Luego, el ministro del Interior se percató de lo que le venía y amenazó con una sanción al invitador, que de momento no pasa de apertura de expediente.
Algo más tendrá que hacer el Gobierno, algo más deberá exigir la oposición, si no quieren perder la vergüenza. Una vez más, la verdad de un pasado mal leído y contado estalla en las manos a los padres de una transición que se vendió como ejemplar.