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Crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria
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José Félix Azurmendi
6:56 min
Tx. Está claro cuál ha sido la noticia de esta semana
JFA. El jueves falleció Xabier Arzalluz, ayer recibió el homenaje y los respetos de toda la clase política, hoy serán los funerales en su Azkoitia natal. He dicho toda, pero no es exacto: Alfonso Alonso, del Partido Popular del País Vasco, dio una explicación para no extenderse en juicios que desentonó y sorprendió por su mal gusto, como pudo sorprender a algunos los juicios unánimemente elogiosos que se oyeron de la boca de los dirigentes de la izquierda abertzale. Los medios de comunicación le dedicaron a la noticia la atención y dimensión que se merecía, las declaraciones de políticos y representantes sociales e institucionales coincidieron en destacar que Xabier Arzalluz había sido uno, si no el más importante representante de la política vasca de las últimas décadas. En la práctica, el líder del PNV llevaba más de una década retirado, como lo había anunciado y prometido cuando lo hizo oficial: apenas unas apariciones públicas, algunas declaraciones y celebraciones íntimas entre los más allegados. Cuando te vas, te vas, había dicho, y no debes interferir en los que siguen. Tampoco nosotros hicimos mucho caso a nuestros mayores, confesó, de donde no se debería interpretar que le pareciera ni justo ni razonable.
La vida pública de Arzalluz se puede abordar y analizar desde muchas perspectivas, y seguramente así se hará en las próximas semanas y meses. Que fue un líder carismático de vibrante oratoria, con claroscuros, se repitió ayer una y otra vez. Se han resucitado con ocasión de su muerte declaraciones y sentencias suyas que podían ser vistas hoy como contradictorias; se han recordado actuaciones suyas que pudieran avalar esos claroscuros invocados, que solo a la luz del momento y sus circunstancias sería justo criticar. En nota de urgencia que se me pidió, escribí el jueves, nada más conocer su fallecimiento, que no todo el mundo le quiso, algo imposible cuando te comprometes como lo hizo él; que su compromiso con este pueblo fue total, en ocasiones arriesgado y no siempre comprendido: con los aciertos y desaciertos inevitables en quien se expone, no calla, no se esconde, a lo largo de décadas de actividad pública. Sostuve que me quedaba la impresión de que los ataques del adversario le fortalecían, y que eran los que le llegaban desde sus próximos los que le dolían más. Recordé que fue celoso de su intimidad y mantuvo relaciones profundas con amistades viejas que nada tenían que ver con la política. En más de una ocasión dijo que a la persona pública le definen sus amigos y sus enemigos, y que él estaba satisfecho con ambos.
Tx. Esta semana fue también la de la comparecencia del lehendakari en el Supremo
JFA. La muerte de Xabier Arzalluz le ha restado protagonismo entre nosotros a la comparecencia del lehendakari Urkullu como testigo en el Procés, una comparecencia impactante por su precisión, por su credibilidad, por su relevancia para interpretar lo que sucedió y sus intenciones. Fue, y se comprobó, el testigo autorizado que nadie podía cuestionar. En esos cuarenta minutos delante del Tribunal Supremo español, todo el mundo pudo conocer al Urkullu preciso, riguroso, responsable y creíble, frente a un Rajoy interesadamente impreciso, que no mintió pero no dijo la verdad, frente a una Soraya huidiza y nada colaboradora, frente a un ex ministro del Interior que descargó en sus subordinados la carga de cuanto podía perjudicarle. También el Tribunal que les permitió a estos comportarse así quedó retratado. El juez Marchena no les afeó sus conductas, no les llamó al orden, les dejó marchar vivos e impolutos. La comparecencia, por otra parte, fue una ocasión inmejorable para conocer sin intermediarios la personalidad del lehendakari, una puesta en escena que en vísperas electorales ha sido el mejor acto de campaña con el que el PNV podía soñar.
Tx. Y, mañana, 3 de marzo…
JFA. En esta fecha, es obligado recordar una vez más aquel infausto 3 de marzo en Gasteiz que el otro día recreaste con voz autorizada en estos micrófonos. Nada tengo que añadir a lo que aquí se dijo, como no sea mi indignación por haber elegido esta ciudad para erigir un centro de la Memoria que empieza por desconocer lo que sucedió aquí, el documento vivo y doloroso que mejor delata una Transición concebida y gestionada por la propia dictadura, un documento que debería servir para poner en valor también el protagonismo y la determinación de la clase obrera en una ciudad pequeña que se tenía como irrelevante a estos efectos.