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Crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria
José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria
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José Félix Azurmendi
7:58 min
Sabatina del 2 de noviembre de 2019
Radio Vitoria – José Félix Azurmendi
Tx. ¿Cómo has percibido este arranque de campaña a elecciones generales?
JFA. No es fácil hacerse a la idea de que en menos de diez días vamos a estar llamados de nuevo a pronunciarnos sobre un Parlamento que muchos sienten ajeno y lejano y que, sin embargo, afecta determinantemente a las vidas de todos. En algo parece coincidir todo el mundo en esta ocasión, que no es otra cosa que la enorme tentación y riesgo de la abstención, aunque no haya tanta coincidencia en sus efectos. Solo la demostrada disciplina de voto que rige en Euskadi podrá evitar que no sea histórica y, en definitiva, perjudicial para sus intereses. Nunca han sido las elecciones al Parlamento español las preferidas de las formaciones políticas de exclusivo ámbito vasco, aunque las últimas experiencias, y los sondeos, animan a pensar que en las conciencias de los ciudadanos de este país se ha asentado la idea de fichar y contarse cuantas veces haga falta.
Felipe González y José María Aznar se adelantaron a señalar el camino que la gente sensata y los señores del Ibex 35 debían seguir y pareció que Sánchez y Casado les hacían caso, hasta que se entró en esta campaña exprés y, asustados seguramente por los efectos que las encuestas privadas les pronosticaban, se dispusieron a retomar las estrategias de siempre, a proclamar que nunca acordarán esa gran coalición que parecía cantada y que sería la proposición básica y el argumento mayor de las campañas de unos y otros, sin excluir a los partidos nacionalistas catalanes y vascos. Para sustanciarlo, basta con leer los titulares de la prensa de ayer, basta con retener los mensajes centrales de las intervenciones de ayer de Pedro y Pablo en sus apresuradas visitas al Norte.
Tx. ¿Observas algo especial en este arranque?
JFA. Le oí decir el otro día a Federico Jiménez Losantos -algo que recomiendo hacer de vez en cuando para comprobar hasta qué punto algunos pueden decir lo que les dé la gana sin que les cause problema alguno- que sería Franco quien inhumara al PSOE, que era una manera de expresar que la operación del Valle de los Caídos se volvería en su contra. Parecía en efecto que la exhumación, junto a las movilizaciones de Catalunya, estaría muy presente en mítines y argumentos, algo que de momento no se está cumpliendo, ni siquiera porque se estuviera en día de difuntos. Seguramente, ni la operación va a resultarle tan rentable a Pedro Sánchez, ni Vox se encuentra tan cómodo como se suponía con este asunto.
Lo de Catalunya es otra cosa. Esta campaña estará teñida irremediablemente por esa crisis y, con campaña y sin ella, nada hace suponer que las movilizaciones vayan a verse afectadas por una especie de tregua electoral, lo que no impedirá que sus resultados se lean también en clave catalana y de las estrategias que se les suponen a las diferentes familias soberanistas. Hace unos días, como en otros tiempos, un grupo de intelectuales de la izquierda catalana y española con alta presencia en los medios de comunicación exigieron la dimisión de Quim Torra y la convocatoria de unas elecciones autonómicas que “den lugar a un Gobierno que de verdad represente a todos los catalanes”. Nada extraño hasta ahí en Marsé, Goytisolo, Marías, Cercas, Millás, Montero y en las hasta doscientas firmas que les acompañaban en el remitido, pero sí tal vez en la dureza con la que se manifestaban contra los presos independentistas, “condenados por malversación de fondos”, por ser parte de una “organización criminal que saqueó las arcas públicas bajo la bandera del 3%”, con los que a juicio de esta notable representación de la progresía catalano-española no hay que solidarizarse. Si la gauche divine, que reflexiona y se cuida mucho antes de mojarse, piensa así, ¡qué esperar de la gente de a pie!
Tx. Campaña reducida, ¿debates reducidos también?
JFA. Me asomé ayer por la noche al primer gran debate electoral en televisión, grande por su formato y por la cantidad de partidos representados, y la breve cata que hice me fue suficiente para ratificarme en la idea de que en este tipo de espectáculos nadie gana, pero puede perder quien meta groseramente la pata en alguno de los asuntos. Una cuestión formulada por la representante del PP Cayetana Álvarez de Toledo logró captar mi atención, que de eso se trataba, supongo: ¿cuántas naciones hay en España?, le preguntó a la representante del PSOE, que se escudó en la Constitución vigente para medio responder sin entrar en el barro. Ya le había hecho antes una pregunta parecida Patxi López a Pedro Sánchez cuando competían por la secretaría general: no es asunto este en el que los socialistas se muevan con comodidad. El representante del PNV sí respondió luego, con toda naturalidad.
Es Cayetana tan argentina al menos como española y francesa, es en Buenos Aires donde se hizo mujer, allí compartió colegio de élite con la actual reina de Holanda, la hija del que hasta su muerte fue presidente de la Asociación Vasco-Argentina Juan de Garay, y ha estado casada con un miembro de la burguesía catalana emparentado con la de Neguri: con esa biografía, nadie como ella para conocer la respuesta. La representante del PP nunca pasa inadvertida, otra cosa es que sea para bien. En su primera prueba salió escaldada.