alguien te está escuchando
CRÓNICAS DE AMÉLIE
Sin señas particulares, la ópera prima de la mexicana Fernanda Valadez
Un relato sobre la imposición manipulada, desesperada y acorralada sobre la propiedad de las vidas ajenas. Sobre no aceptar la muerte de las propias entrañas hasta no mirarla de frente a los ojos.
-
Sin señas particulares
5:38 min
No lo entiende quien lo imagina sin haberlo vivido. Quien lo aconseja sin haberlo sufrido. Quien se siente apremiado a pronunciar frases hechas para desembarazarse del dolor atrapado y de la frustración sin salida de quien tiene delante.
Porque entran las prisas ante lo inabarcable e irresoluble. Prisas por cambiar de tema, por mirar hacia otro lado, y por correr para que no nos dé caza y tengamos que experimentar en propia carne lo que a otros sí toca.
Que quien queramos sufra sin poder acompañarle. Que quien queramos muera sin previo aviso. Que queden inutilizados nuestros ojos para verle y nuestras manos para acariciarle porque nos separa la imposibilidad de la distancia; inhabilitados nuestros brazos para atrapar su materia y nuestro tiempo conjunto porque ya ni siquiera existe quien un día fue.
"Me voy con Rigo. Su tío nos va a dar trabajo en Arizona" fueron las últimas palabras que escuchó decir a su hijo Diego en el quicio de la puerta de casa, para verle después cruzar campo a través junto a su amigo con una bolsa de deporte al hombro con las palabras impresas "Tierra de oportunidades" que ella misma le empacó.
Dos meses después Mª Elena y Chuia, las madres de los chicos, acuden a los Federales porque no han recibido noticias suyas, pero se topan con que si no aparecen y se fueron por propia voluntad no hay delito que seguir, y con un grueso álbum donde se archivan las fotografías de los cadáveres encontrados como única ayuda por si sus hijos estuviesen en él y así, al menos, poderles identificar y después enterrar.
Aunque su hijo no aparece entre las fotografías de cuerpos amoratados, ensangrentados y desfigurados, María Elena Loredo Martínez, de cuarenta y ocho años, soltera, con una pequeña casa con parcela en Guanajuato y sin nada que perder más que a su hijo que ya perdido está, emprenderá un viaje hacia la frontera con Estados Unidos para seguir el rastro de los últimos pasos que dio su hijo.
En uno de los puestos de control de la frontera a donde acuden cientos de personas que, como ella, tratan de encontrar a sus desaparecidos, conocerá a una mujer cuyo hijo marchó a Monterrey hace cuatro años a visitar a unos amigos, y nunca volvieron a aparecer ni el coche en el que viajaba ni él. Ahora ha recibido una llamada para que acuda a reconocer un cadáver cuya muestra de sangre coincide con la de su marido y ella, pero esta madre sabe que no es su hijo. Si no lo reconoce irá a una fosa común con los demás. Si firma que sí lo hace, cerrarán el caso y dejarán de buscar.
Elena seguirá su camino hasta llegar a la central de la compañía de camiones sabiendo que su hijo montó en uno de ellos para llegar hasta la frontera, y para que le informen sobre el supuesto asalto que sufrió el camión. Pero nadie sabe nada o nadie se atreve a decir lo que sabe. No está la situación como para hablar con desconocidos y desvelar que sí, que hace tiempo que los camiones de la compañía vuelven con los equipajes en los maleteros, pero sin pasajeros; que hace tiempo que se oye hablar de ataques a conductores, asaltos y robos violentos a los viajeros, y calcinaciones colectivas para no dejar rastro de lo sucedido. Pero, aunque nadie sepa nada, nadie conseguirá que esta madre detenga el viaje en busca de su hijo.
Sin señas particulares es la ópera prima de la directora y guionista mexicana Fernanda Valadez en la que se cruzan las historias de una madre en busca de su hijo recientemente desaparecido, de otra madre sin más opciones que reconocer fallecido a quien lleva demasiado desaparecido, y la de un joven que decidió buscar su propio camino hasta que fuera deportado por cruzar ilegalmente la frontera.
Una excelente historia para callar, escuchar, observar muy atentamente y aprender aterrados de la denuncia de maestra factura visual que se hiciese con el premio del público y mejor guion en el Festival de Sundance, con el Premio Horizontes Latinos y Premio Cooperación Española en el Festival de Cine de San Sebastián, y premio a la Mejor Película en el Festival de Morelia de México.
Un relato contundente sobre la imposición manipulada, desesperada y acorralada sobre la propiedad de las vidas ajenas. Sobre la esperanza del gerundio, de la confianza en la existencia de la opción, del todavía, del ojalá. Sobre no aceptar la muerte de las propias entrañas hasta no mirarla de frente a los ojos.