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JOSÉ FÉLIX AZURMENDI

Crónica de Euskal Herria, 5 de diciembre

José Féliz Azurmendi analiza cada semana en Crónica de Euskal Herria la actualidad. En su sabatina, resume los acontecimientos que han marcado la semana.

  • Crónica de Euskal Herria, 5 de diciembre. José Félix Azurmendi

    José Félix Azurmendi

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No tengo mucho que comentar sobre la pandemia, como no sea que tengo información muy cercana de que sigue haciendo estragos, y en estos casos lo mejor es no decir nada, hablar de otra cosa. Algo se me ocurrirá, eso sí, sobre el euskara, en una semana elegida para celebrar su internacionalización, la azoka de Durango, el euskaraldia, y el hallazgo de un poema de amor de comienzos del siglo dieciséis entre los papeles de la Universidad de Oñate. Que no se trate de un texto religioso, que se trate de una poesía amorosa, le añade interés, y encanto.  Acabo de oír en Euskadi Irratia una entrevista recuperada de Lete cuando se cumplen diez años de su muerte en la que decía que los euskeldunes no somos dados a manifestaciones cariñosas con la pareja, a decirle que le quieres y esas cosas, por eso que se lo iba a decir en francés, je t’aime, y en inglés, love you, para dedicarle la canción que se disponía a interpretar. No estoy seguro de que a Xabier, admirable por tantas razones, le asistiera en este caso la razón, porque el euskera, como cualquier otro idioma, anda sobrado de argumentos para expresar sentimientos, como él mismo lo puso de manifiesto en tantas ocasiones, y la fama de sosos y poco cariñosos de los vascoparlantes sería en todo caso algo cultural, tal vez rural, tal vez de otro tiempo.  Con todas las reservas que aconsejan el conocer pocas lenguas -no como Gotzon Garate, del que siempre me acuerdo cuando pienso en este asunto-, me atrevería a decir que la nuestra tiene una sonoridad muy adecuada para las manifestaciones amorosas, cantadas o recitadas, como lo reconocen bastantes entre quienes no la entienden pero la sienten. Se lo oí el otro día al líder de Korrontzi Agus Barandiaran, que atribuía también esa sonoridad al inglés, francés e italiano, a la hora de cantar. No se trata de hacer una tesis al respecto, pero valdría la pena profundizar por las ventajas de acercarse al euskara desde la poesía y la música, antes que por sus declinaciones. No se trata de hacer teorías sin rigor, pero sí recordar lo que se pierden los que no están en situación de beneficiarse de cuanto se crea en euskara, que es mucho hoy y de alta calidad.  Este exordio, Txerra, más o menos procedente, va a propósito de la noticia más significativa esta semana en nuestro entorno, a propósito de lo que nos hace más reconocibles en el mundo como colectividad, una lengua que soporta bien el paso del tiempo, que el documento de Oñate ahora revelado avala. 

 

Ha dicho el ministro del negociado más oscuro de cualquier Gobierno, ha dicho el ministro del Interior que antes fue cuestionado juez, que haría bien Otegi en retirarse de la Política y, naturalmente, no he podido sino pensar que mejor hubiera hecho él en no entrar en ella, conociendo por añadidura el funesto precedente de Baltasar Garzón. No osaría yo decirle a nadie que se salga de la Política, que es en todo caso una prerrogativa de los ciudadanos con sus votos, pero he de reconocer que algunos de los liderazgos que promocionan las organizaciones políticas merecerían una repensada, y no estoy pensando precisamente en Arnaldo, y no solo en la izquierda abertzale. 

 

Algunas de las declaraciones escuchadas estos días me invitan a repensar, por mi parte, adjetivos que hemos normalizado en relación con los partidos políticos. Se da por supuesto que el PNV es de derechas, o de centro derecha, que es la designación más aceptada. Se da por supuesto que EH Bildu es una coalición de izquierdas, con todos los matices que van desde la socialdemocracia hasta la izquierda extrema. El PNV proclama que es una fuerza que puede pactar con cualquiera, a la derecha y a la izquierda, por el bien de Euskadi naturalmente. Demuestra EH Bildu con sus últimas decisiones que puede pactar con cualquiera menos con la derecha españolista, por el bien del pueblo vasco naturalmente. Tras afirmar que ni el PNV ni Herri Batasuna, por resucitar la marca original, son derecha e izquierda típicas y sí frentes no siempre explícitos, interclasistas en un escenario de reivindicación nacional, me parece que esto ha empezado a cambiar, en la medida en que la política con minúsculas va perdiendo las características excepcionales que tenía.  

 

¿Podrán un día pactar, acordar PNV y EH Bildu? ¿Qué lo impide, como no sean los intereses electorales? Los dos pueden pactar con los socialistas de aquí y de allí, pero no entre ellos, al menos de momento. ¿Y Podemos? ¿Cree de verdad posible desbancar al PNV con la complicidad del socialismo? Yo también pienso que lo de Irún, el acuerdo PSE-Podemos en detrimento del PNV, es excepcional, porque Irún y sus circunstancias lo son. Pero ha creado un precedente que a nivel municipal podría repetirse. Y ha desatado algunos nervios. Tiempo al tiempo. 

Podría terminar hoy hablando de la inflación de artículos y opiniones a la que asistimos con ocasión de los 50 años del Proceso de Burgos y podría desnudar más de uno, pero he optado por un ejemplo más permanente y pedagógico de manipulación informativa, que dice así. 

 

El diario parisino Le Figaro, conservador, publicó hace unos días una colaboración de su corresponsal en Madrid sobre el fenómeno político del momento en la capital de España, sobre la presidenta Isabel Díaz Ayuso, que fue recogida luego por los medios de la derecha española con una manipulación que avergonzó al corresponsal y le obligó a denunciarla en su tertulia semanal de la SER. Este periódico, como casi todos hoy, en su versión de Internet es de pago y solo está libre el inicio. Solo Europa Press, que hizo un resumen más o menos profesional, pareció haberlo leído en su totalidad. La prensa de derecha no necesitó leerlo para citarlo, regocijada, diciendo que Le Figaro había calificado a la presidenta como “la nueva musa de la derecha española y bestia negra” del Gobierno de Pedro Sánchez. El diario no lo dijo, no lo dijo el periodista, se limitó a decir, entre otras muchas cosas, que la derecha lo creía así.  

Los corresponsales extranjeros que le acompañaban en la tertulia se extendieron luego en consideraciones sobre esta pésima y frecuente práctica. El periodista lo aclaró, algunos se lo oímos, pero ¿cuántos se quedaron con la copla de que un periódico extranjero de prestigio reconocía los méritos de la presidenta? No sé si es la mano del que fue jefe de prensa de Aznar y ahora asesor de Díaz Ayuso la que está detrás de esta y otras operaciones de imagen, lo que está claro es que no son buenos tiempos para la profesión y los profesionales