la columna jaionica
la Columna Jaiónica
Flechazos sólidos, amores líquidos: del riiiing riiiing al match
I. Irigoyen
Jaione Sanz firma esta columna canalla y descarada, una mirada desenfadada a la vida. Hoy recuerda la audacia del ligoteo cuando solo había teléfono fijo y hace un repaso al amor en tiempos del Tinder.
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Jaione Sanz
6:55 min
Ayer a eso de las diez de la noche, en plena inmersión de peli y manta, sonó el fijo. Esa señal viejuna, ya casi extraterrestre, me recordó un momentazo del pasado: cuando la única forma de quedar con el chaval o la moza que te gustaba era llamando a casa de sus padres.
Mi hermana mayor siempre tuvo una generosa recua de pretendientes. En este caso, eran ellos los encargados de marcar número y ella de dejar todo lo que estuviera haciendo y correr hacia el teléfono como si le persiguiera una manada de hipopótamos. El objetivo del desesperado sprint era descolgar el auricular antes que nadie. Si algún miembro de la familia tomaba la delantera, peligro. El noviete de turno había de soportar con los huevos de corbata la gelidez de mi padre, el falso candor de mi madre, la risita de la que os habla… Y toda esa tortura para mantener con su chica una conversación susurrante, salpicada de códigos. Parecían agentes soviéticos en misión clandestina, sorteando los aprietos de una privacidad tan corta como el cable del teléfono.
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