Radio Vitoria Gaur Magazine
MAYO DEL 68
La revolución que comenzó en las aulas
Se cumplen 50 años de una revuelta que puso patas arriba a toda la sociedad francesa y que traspasó las fronteras con asesinato de Martin Luther King y los tanques soviéticos en Checoslovaquia.
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Foto: Daniel Velasco (Flickr).
35:23 min
“Abolición del trabajo alienado”, “ni Dios ni amo”, “vivir sin tiempos muertos, gozar sin trabas”, “tomo mis deseos por realidad porque creo en la realidad de mis deseos”, “bajo los adoquines, la playa”, “corre camarada, el viejo mundo está detrás de ti”, “la humanidad será dichosa el día en que el último burócrata haya sido colgado con las tripas del ultimo capitalista”… Son algunas de las frases que se podían leer en las paredes de París aquellos días de mayo del 68.
Lo anti ponía de relieve los objetivos del mayo del 68: antiimperialismo, anticapitalismo, antiestalinismo, antiautoritarismo…
El rechazo a la obediencia y dependencia del poder se expresaba en un nosotros solidario que se manifestaba en los anhelos de autonomía, autogobierno, autogestión, autodeterminación… Un conjunto de autos cuyo sujeto era un nosotros frente a la dependencia de los de arriba.
Pero si hay un grito de guerra que atravesó fronteras ese fue: la imaginacion al poder.
La contracultura del 68 se rebeló contra los excesos de la razón, en el sentido de rechazar la razón como modo único de conocimiento y tratar de que el hombre experimentara y desarrollara todo su potencial creativo, imaginativo, sensitivo, espiritual…
Aquellos jóvenes, la gran mayoría de clases acomodadas, propugnaban repensar desde un punto de vista humanista todos los aspectos y valores establecidos de las sociedades occidentales avanzadas abogando por crear formas alternativas de vivir, producir y consumir.
Para ello resultaba básica la imaginación.
Así idearon fórmulas comunitarias de autoayuda tan imaginativas como las bicis blancas, bicicletas gratuitas que los jóvenes ponían a disposición de los ciudadanos para que las utilizasen y las dejasen en cualquier parte de la ciudad o las redes de intercambio local, fórmul ade trueque al margen del dinero, mediante la cual tú aportabas un bien o servicio al resto de la comunidad y a cambio recibías las mismas horas de trabajo por parte de otras personas.
Y la imaginación era también necesaria para no abandonar el impulso utópico. Yo no puedo cambiar el mundo pero puede empezar a cambiarlo.
El imaginario colectivo ha elevado a la categoria de mito cultural el mayo del 68. Pero ¿sirvió de algo?