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Arte

Psicodanza

20 años de danza integradora con Verdini

El Teatro Victoria Eugenia acoge el sábado un espectáculo "para divertir y emocionar", preparado para conmemorar los 20 años del proyecto, que abrió la danza a bailarines con síndrome de Down.

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Grupo de danza Verdini

El teatro Victoria Eugenia de San Sebastián celebra el próximo sábado los veinte años del Verdini Dantza Taldea, el proyecto que abrió la danza a bailarines con síndrome de Down y que ha preparado un espectáculo, "para divertir y emocionar". Lo explicaba en rueda de prensa su creadora, Isabel Verdini, que puso en marcha esta iniciativa en 1992 cuando nació su sobrina son síndrome de Down.

Comenzó en un gimnasio privado con cinco alumnos y desde entonces, pese a las dificultades y "muchos malos momentos", ha ido avanzando hasta la creación de una escuela con una treintena de alumnos a partir de los 3 años y una compañía propia que integran jóvenes de 19 a 28 años.

Para la gala del día 12, que han bautizado como "Zu zeu (Tú mismo)", han preparado un programa que combina nuevas coreografías con vídeos de sus actuaciones desde el año 2000. Será un repaso con el que se podrá ver la evolución de los jóvenes bailarines y con el que "entender" el proyecto Verdini, ha explicado su impulsora, que ha estado acompañada en esta comparecencia por la delegada de Cultura del Ayuntamiento donostiarra, Nerea Txapartegi, y Jesús Murua, uno de los responsables del espectáculo, entre otros.

"Se va a ver de otra forma lo que es la discapacidad, el público se va a sentir más cercanos a ellos", ha asegurado. Isabel Verdini ha defendido la calidad del trabajo que realizan estos bailarines. "Técnicamente están muy bien, pero lo mejor está cuando bailan porque es sentimiento puro", ha destacado. Ha explicado que su modalidad, como discapacitados intelectuales, es la psicodanza, que apenas se practica en Europa y en la que la compañía guipuzcoana se sitúa a la cabeza. Sin embargo, ha lamentado que la sociedad "no evolucione" de la misma forma que lo están demostrando sus alumnos y que haya aún programadores que se resistan a elegir sus montajes porque tratarse de personas con síndrome de Down.

También se queja de lo que cuesta obtener subvenciones de algunas instituciones públicas, que siguen encuadrando a su grupo en el ámbito de los asuntos sociales y no de la cultura.