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Literatura

Entrevista

Leire Bilbao: "Un libro tiene que latir"

Natxo Velez | eitb.eus

Leire Bilbao publica “Etxeko Urak”, un honesto, potente y emocionante poemario escrito desde las satisfacciones y los sinsabores de la maternidad.

  • Leire Bilbao

    La poeta vizcaína publica "Etxeko urak"

Euskaraz irakurri: Leire Bilbao: "Liburu batek taupada egin behar du"

Latidos. La escritora Leire Bilbao (Ondarroa, 1978) ha reunido en su tercer poemario, Etxeko urak escrito “más desde la maternidad que sobre ella”, estremecedoras y sinceras pulsaciones vestidas de poemas, que acompasan su pulso al ritmo de las inquietudes del lector.

En el trabajo, publicado por la editorial Susa, el “yo lírico” construido por Bilbao mira a la maternidad –es decir, a la vida– desde una sinceridad tierna pero implacable, proyectada desde el dorso del paternalismo, el aleccionamiento y la generalización. Bilbao se vale para ello de un lenguaje despojado de todo artificio, que se aferra como un ancla en lo más profundo del lector a través de palabras de plomo que se hunden, arropan y sacuden.

Hemos hablado con Bilbao sobre Etxeko urak.

¿Por qué llega Etxeko urak ahora?

La verdad es que debía haber llegado antes. Al menos en mi interior, llevaba mucho tiempo escribiendo este libro, pero se ha retrasado más de lo que hubiera querido porque, mientras tanto, he ejercido la maternidad.

Como explica el tema del libro, la maternidad te traslada a otro lugar. Apremian otras prioridades, los niños por supuesto, como deber ser, y una misma queda en un plano diferente.

Es cierto que, mientras, he publicado libros de poesía infantil, no he estado quieta, y el libro se estaba escribiendo en mi interior y en el de este personaje que he ficcionado, en la voz que tenía que construir para hablar sobre este tema.

Y finalmente has acudido a la poesía para encauzar esas inquietudes. ¿Se trata de tu género natural? ¿Qué posibilidades y qué limitaciones te aporta este género?

Sí, la poesía es mi género natural, y una de sus preciosas limitaciones, que a mí me parece una ventaja, es que te obliga a economizar: los silencios son poderosos, y hay que decir lo máximo posible, crear un universo, con el mínimo de recursos posible.

Cuando quise leer sobre la maternidad, me di cuenta de que los libros a los que solemos recurrir, un manual para dar el pecho o un decálogo sobre la crianza, por ejemplo, no me interesaban. No encontraba en ellos ninguna respuesta. Por el contrario, la literatura, la ficción, sí me daba respuestas para las preguntas que me podían surgir.

En el proceso de escribir este libro, he leído otros en los que sí he encontrado lo que buscaba. La ficción ofrece muchas veces respuestas. Y la poesía, además, te ofrece, la oportunidad y la cercanía necesarias para crear una primera persona creíble en la que camuflar tanto aquellas cosas más personales como otras que no son atribuibles a ti misma.

Ya lo decía Pessoa: “O poeta é um fingidor”. 

Uno de los poemas de Etxeko urak dice “Moztu orria, taupada egiten ez badu” (“Arranca la hoja, si es que no late”). ¿Qué necesita un poema para que sea publicado?

Muchas veces, un poema parte de situaciones o frases muy comunes, pero hay que escuchar los latidos sin prisas.

Es lo que sucede tanto con la literatura como con otras artes creativas. Para llegar a este poemario, he desechado, por supuesto, algunos poemas que o bien no latían o bien no lo hacían al ritmo que demandaba el libro. Cuesta desprenderse de poemas que te han llevado horas e incluso días, pero no tengo problema en hacerlo ya que suele ir en beneficio del libro.

Es algo que siento. Un libro tiene que latir, ya sea poesía, narrativa o cualquier otro género. Esos son los libros que me gustan.

¿Cuándo se da un poema por terminado? En el caso de este libro, se adivina un esfuerzo por desprenderse de aquello que pudiera sobrar, un trabajo de decantación.

Sí, procuro economizar y crear el poema con el menor número de elementos posible. Hay un poema de Ada Salas que me encanta y que dice “escribir / y borrar/ escribir / y borrar/ escribir / y borrar/ escribir / y borrar/ escribir / y borrar/ escribir / y borrar/ escribir / y borrar/ escribir / y borrar borrar borrar borrar”.

Habrá muchos tipos de escritores y escritoras, y seguro que algunos escriben espontáneamente de manera muy fluida, pero creo que la mayoría emborronamos mucho, y sobre todo rescribimos: repasar, repasar y repasar. Muchas veces, en ese proceso de decantación que comentas, nos obsesionamos con una simple coma.

Sobre todo ocurre en el caso de la poesía, porque tienes que tratar de mantener el ritmo y el latido del poema en unas pocas líneas.

Leire Bilbao

Otro de los poemas de libro dice que no conviene fiarse de aquella casa que huela demasiado a limpio. ¿Crees que el relato de la maternidad también es, en general, demasiado inmaculado?

Sí. Nos ofrecen una imagen demasiado limpia y bonita, nos muestran la sonrisa del niño o la niña, su mejor perfil. Pero los niños, que no pueden hablar, también tienen que llorar. Esa es su manera de expresarse.

El niño y la niña se tienen que ensuciar, al  igual que la casa y una misma.

Hoy en día, muchos ciudadanos demandan certezas (mensajes positivistas, discursos simples y superficiales…), quizás incluso con más ahínco ante procesos en los que todo lo conocido se tambalea, como una nueva maternidad. Pero Etxeko urak no responde a eso…

No, es una reivindicación. La maternidad te da muchas alegrías, y las disfrutamos, pero también tiene sinsabores y hay que aceptarlos. Que nadie se ahogue en esas aguas, nademos y disfrutemos en ellas. A veces, llegarán mareas vivas, y seguro que tragaremos algo de agua salada de vez en cuando, pero tenemos que nadar.

En el apartado “Marea” aparece la sororidad, cuando se dice “Nadando todas juntas llegaremos más lejos”.

El libro no esconde nada ni vende falsos paraísos

Así es, reivindico las alegrías y los pesares, momentos felices y amargos. Esto es lo que hay, así que construyamos. Existe otra manera de edificar la maternidad, sin necesidad de esconder nada.

El libro es fruto de un proceso de intelectualización de la maternidad, pero tiene mucho de salvaje. ¿Cómo has vivido esa dualidad?

Sí, creo que cuando somos madres o padres recuperamos ese contacto con la tierra que, en muchos casos, ya se había perdido: nos volvemos a sentar sobre el suelo de casa, se aviva el instinto y sale a relucir nuestro animal interior… Por eso aparecen en el libro tantos animales.

Antes de ser madres, nos movemos en el mundo de las ideas, pero al ser madre es todo tan físico (todo es sangre, leche, tacto, piel) que te vuelve a poner los pies sobre el suelo, y vuelves a mirar a tu tribu, creas una red de cuidados…

Aún así, muchas veces surge un mundo entre las ideas, aquello que quisieras ser, y lo que eres, y conviven ambos mundos, tanto el pensamiento como una dimensión más física.

El libro está dividido en cuatro apartados: “Urak bota”, “Listua”, “Marea” y “Harraska”. ¿Responden a una división preconcebida o surgió mientras los escribías?

Al principio, los poemas fueron fluyendo, y, al irlos escribiendo, me di cuenta de que sí se podían distribuir de cierta manera. Además, comencé a escribirlos en 2016, y me he dado cuenta de que también ha habido una evolución en mi manera de escribir. Por ejemplo, los primeros poemas que escribí para este libro están más relacionados con la naturaleza

Y también está mi propia evolución personal; los poemas han ido tomando otro tono en la medida en que he avanzado en mi empoderamiento como madre. Diría que ha sido el propio proceso de escritura quien ha generado esta distribución.

Distribución que también corresponde a una línea cronológica

Sí, y es así como los he repartido: al principio va a ser madre, luego lo es, llega el primer parto, el segundo, aprende otro idioma, descubre la sororidad y finalmente se da cuenta de que mira a los asuntos domésticos desde otra mirada.

Con cada parto, además de nacer un niño o una niña, también nace una madre, que igualmente aprende a andar en este mundo. Su mirada va cambiando: al principio dice “¿qué me está pasando?”, más tarde logra nombrar eso que le está sucediendo y a continuación comienza a mirar a su alrededor.

¿Por eso no tienen título los poemas, para que fluya ese desarrollo?

Sí, para que todo fluya sin cesar. Quería que cada poema tuviera entidad propia, que funcionara por sí mismo, pero también quería que encajara en el libro completo, en ese desarrollo cronológico. Quería que quedara patente cómo nace y se construye una madre que primero mira a su interior, después a su propio centímetro cúbico y al final también más allá.

En el apartado formal, la sucesión de poemas se ve enriquecida con la inclusión de diálogos, una lista de la compra, un caligrama y fragmentos de prosa poética.

Sí, te tengo que reconocer que al principio temía que pudiera resultar monótono, al tratar sobre un único tema. Por eso decidí, por ejemplo, utilizar diálogos al principio de cada capítulo.

Por otro lado, el pictograma es un bertso, está medido pero he hecho trampa, y la lista de la compra aporta cotidianeidad.

¿A quién está dirigido el libro? ¿Tenías algún lector concreto en tu cabeza?

Pensé en si solo sería interesante para las mujeres que son madres. Pero todos somos hijos o hijas de una madre, y ¿hasta dónde la conocemos? Nuestras madres han pasado por todos estos mismos momentos cuando éramos más pequeños y dependientes.

Entonces, me dije “adelante”: esto es lo que quería contar, lo que me interesaba. Sentía que era el momento de contarlo y mirar adelante.

Y después de publicarlo, ¿ya estás escribiendo algo más, aunque sea en tu cabeza?

Sí, en la cabeza ya tengo algo. Pero ahora quizás sea el momento para escribir algo de literatura infantil y juvenil, y luego ya veremos. La poesía surge, no se puede forzar. Ya veremos.