Música
Entrevista
Musikari: "Han reventado entre nuestras manos problemas que ya teníamos"
Natxo Velez | eitb.eus
La asociación Musikari tiene nueva junta directiva, y hemos hablado con tres de sus miembros para saber más sobre la situación de los músicos y los retos de la asociación en defensa de sus intereses.
-
Miren Narbaiza, Eneritz Dueso, Olatz Salvador e Idoia Hernandez (Musikari)
Euskaraz irakurri: Musikari: "Lehenagotik bagenituen arazoak eskuen artean lehertu zaizkigu"
La pandemia ha sacudido todo a su paso; se ha dejado notar, como es sabido, en todos los ámbitos. Pero, evidentemente, las desgracias (tampoco las desgracias) no afectan a todos por igual, y las consecuencias de esta sacudida han sido más graves en aquellos entornos más vulnerables, ha zarandeado con más vigor a quienes estaban asentados sobre bases más inestables.
Es el caso de la música, condenada ya desde antes de la aparición de la covid-19 a una inestabilidad perenne, en la que, más allá de los cálidos y cegadores focos y ensordecedores y fascinantes sonidos, campan a sus anchas en el día a día de los músicos la precariedad, la dejadez, la provisionalidad, las inercias, la necesidad de tomar riesgos individualmente y la falta de un marco legal para su actividad.
Ante esta situación, siete mujeres músicas (Eneritz Dueso, Idoia Hernandez, Lide Hernando, Miren Narbaiza, Izaro Andrés, Olatz Salvador y Garazi Esnaola) han dado un paso adelante, y han decidido pasar a dirigir Musikari, asociación sectorial que busca “impulsar la defensa de la labor de los músicos y facilitar contactos con otros agentes e instituciones”.
Hemos hablado con Dueso, directora de Musikari; Hernandez, secretaria; y Hernando, tesorera.
¿Qué carencias estructurales detectasteis para decidir en febrero formar la nueva junta rectora de Musikari? ¿Qué creíais que se podía o se debía mejorar?
Eneritz Dueso: Es cierto que febrero y marzo de 2020 son fechas significativas, ya que durante esos días, con la paralización de los conciertos y la mayoría de la actividad cultural, quedó absolutamente en evidencia la precariedad del sector musical. Por ejemplo, de la noche a la mañana nos dimos cuenta de que los derechos laborales más elementales de esos nombres conocidos que no paramos de oír no están garantizados, y menos aún los de aquellos que no son tan conocidos.
Pero para nosotras son fechas aún más significativas porque nos dieron el tiempo y la oportunidad necesarios para juntarnos, aunque fuera con una pantalla de por medio. De alguna manera, los problemas que teníamos desde hace tiempo reventaron en nuestras manos, y sentimos la necesidad de encauzar y dar un sentido a la rabia y la impotencia que aquello nos generó. Musikari era una posibilidad para ello.
Pero, como he dicho, las carencias y problemas que necesitan una solución no eran nuevos para nosotras: por un lado, podemos afirmar que no hay nada escrito sobre nuestro oficio, no hay ni leyes ni, en muchos casos, manera de legalizarnos, así que todo ha estado basado en costumbres, en cómo lo hace este o aquella y en el boca a boca. Y también en una competitividad estéril entre nosotras que ha interesado a algunos.
¿Qué significa eso? Pues que cuando empiezas en esto sin ninguna información fiable te tienes que fiar de tu intuición y de lo que te dice el de al lado. ¿Quieres cobrar un caché en un concierto y no sabes cuánto pedir? ¿No sabes cuáles son tus derechos y obligaciones cuando vas a grabar y publicar un disco? ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene la alegalidad, ser autónoma o asalariada? Y lo que es peor: esto no ocurre solo en salas privadas o por parte de voluntarios y voluntarias en espacios autogestionados. No, esta falta de información, estos comportamientos tan cuestionables son promovidos por espacios y proyectos gestionados por instituciones públicas. Precisamente, por aquellas que deberían ser ejemplares.
Por tanto, ¿qué se puede mejorar? Podríamos decir que todo está por hacer. Nuestra intención es tomar el relevo de aquellos y aquellas que han trabajado desde la sombra durante estos años en esta dirección, y continuar. Todo está por hacer, pero, afortunadamente, no tenemos que empezar desde cero.
Empezando por lo más fundamental, ¿qué debería saber un músico o grupo que quiere salir a la carretera o un local que quiere organizar un concierto?
Idoia Hernandez: Si un músico o una música quiere cobrar por un concierto, no tiene muchas opciones, y todo depende del tipo de circuito en el que se mueva. Si es en un gaztetxe o a través de algún agente social, suele ser por la voluntad o una pequeña entrada. Por tanto, lo que cobres dependerá siempre de la cantidad de público.
En este caso, la apreciación sobre tu trabajo queda a merced del mercado. ¿Tu música es conocida? ¿La música que haces gusta a un público muy numeroso? ¿Hay algún otro acto cercano a tu concierto ese mismo día? ¿Los organizadores han trabajado para atraer al público? Y, por supuesto, en estos casos el músico o música no tiene ningún tipo de protección, ni ante algún accidente ni en lo relativo a la cotización.
Otras veces, se puede acordar un concierto por una cantidad fija. La mayoría de las veces, ese precio es establecido por los organizadores, por lo que tú, como música, no tienes herramientas para negociar. Quizás si tu nombre es conocido, eso te puede ayudar en la negociación. Pero para poder cobrar ese dinero, tienes que crear una empresa o ser autónomo.
Tirando de ese hilo, ¿qué vías administrativas tiene hoy en día quienes quieran vivir de la música para poder desarrollar su actividad?
Hernandez: Que des conciertos no quiere decir que puedas vivir de la música. Teniendo en cuenta los precios de mercado, lo que puedes recibir por un concierto es, generalmente, una fuente muy escasa de dinero.
Así que, aunque cobres el día del concierto, nadie te paga los ensayos. Ni el proceso de creación. Ni mucho menos lo gastado en todo el camino (cuotas del local de ensayo, micros, PA y mesas para el local, instrumentos, grabación, mezcla y masterización del disco, imagen de portada, fabricación de discos físicos, cuota del distribuidor digital, videoclip, entrevistas en prensa, reuniones de gestión, gastos de asesoría, formación...). Si te sobra tiempo y tienes suerte, puede que recibas una beca para pagar algunos de esos gastos.
Por tanto, además de dar conciertos tienes que hacer otras cosas, una vez que sabes que tus ingresos van a ser muy bajos. Ese otro trabajo puede estar o no relacionado con la música, y en él puedes ser, generalmente, trabajadora común o autónoma. Con un poco de suerte, puedes estar contratada en alguna empresa y que te hagan el favor de contratarte también para el concierto del fin de semana. Pero lo habitual es que pidan factura.
Ahora, ¿cómo demonios hago una factura, si no soy autónoma? ¿Tiene sentido pagar la cuota da autónomos para dar un concierto o solo unos pocos? Existen casos excepcionales de gente que consigue vivir de la música, es decir, que son autónomos bajo el epígrafe de música, ya sea gracias a los derechos de autor, porque se han hecho muy famosos o porque tocan en muchos grupo o reciben encargos musicales (películas, obras de teatro…). Pero esto es muy difícil en un sector tan precario, y supone una carga administrativa increíble; la administración pública coloca en el mismo nivel una gran empresa y a una música autónoma.
Vale, puede que con esos ingresos te llegue para el alquiler de tu casa y la comida. Pero la creación sigue sin estar protegida. Hoy en día, para poder componer canciones y publicar un disco, tienes que dar tu tiempo libre y el poco dinero que haya en tu bolsillo.
Además, esas pequeñas posibilidades de subsistencia basada en tocar y crear música han saltado por los aires debido a las medidas contra el coronavirus. La Unión española de Músicos Profesionales (UMP) afirma que tres de cada cuatro músicos en el Estado español han sufrido en un año una pérdida del 90 % en el número de conciertos. ¿Cuál es la situación en Euskal Herria?
Lide Hernando: Pues diría que es parecida. La pandemia cortó de raíz las giras de muchos músicos, y no se ofreció ninguna alternativa a medio plazo que pudiera salvarlas. Mucha gente desde fuera del sector nos dijo: “¡Tranquilas! Las giras se podrán retomar en el futuro”. Pero no es cierto. No se recuperan. El tiempo y los conciertos perdidos quedan perdidos. Y no hay ninguna compensación económica.
Y existe otro problema en los datos que citas: tendríamos que saber qué tipos de músicos han tenido en cuenta en la Unión de Músicos Profesionales. En nuestro sistema podemos encontrar músicos profesionales, no profesionales, semiprofesionales… Y no es nada fácil controlar la actividad de cada uno de ellos.
¿Qué apoyo a la actividad musical ha habido desde las instituciones ante las pérdidas generadas por la pandemia? ¿Os han parecido suficientes y justas tanto las cantidades como los procedimientos para solicitarlas y conseguirlas? ¿Qué propone Musikari?
Dueso: Aunque ha habido algunas ayudas para la actividad musical en general, estas no han llegado a la mayoría de músicos. No han sido suficientes ante la situación que está viviendo el sector, porque hay muchos agentes que se han quedado sin ningún ingreso debido a la paralización total de su actividad profesional.
De todas formas, las ayudas económicas de las instituciones públicas estatales, autonómicas y provinciales no han llegado a los músicos por culpa de las condiciones recogidas en ellas. Al ser una profesión tan heterogénea, un oficio con casuísticas tan diferentes y, sobre todo, al ser un subsector sin regular, es imposible articular bien las subvenciones y gestionarlas con eficacia.
Además de los directos, el ámbito de la música en formato físico también ha sufrido un enorme cambio de paradigma en los últimos años. ¿Qué lugar ocupa el músico en él?
Hernandez: Está claro que en los últimos años ha cambiado totalmente la manera en la que producimos, editamos y consumimos (disfrutamos) la música. El formato físico cada vez se utiliza menos, y era uno de los principales ingresos que tenían los músicos, además de los conciertos.
Pero hoy en día otros formatos han tomado la delantera, y ha disminuido mucho lo que el músico puede percibir por su trabajo. El músico o la música reciben una miseria de lo que genera una plataforma de streaming a través de su música. Además, hay que tener en cuenta que si ese o esa artista ha publicado su obra a través de una discográfica, cobrará el porcentaje acordado con ella, pero, aún en el caso de las autoproducciones, el creador o creadora recibe una cantidad de dinero muy pequeña. En este proceso existen muchos intereses e intermediarios.
En los últimos años, desde que la autoproducción comenzó a ser una opción, ha habido muchos cambios en los contratos discográficos. Está claro que la decisión corresponde a los músicos, pero, con los medios a nuestro alcance hoy en día, un músico puede crear su propio sello y tomar bajo su criterio las decisiones profesionales que atañen a su trabajo, sin tener ninguna atadura con un tercero. Nos parece una decisión muy adecuada, que cada vez es más habitual, pero hay que tener en cuenta que esto le supone al músico o la música una gran carga de trabajo.
Respecto a las entidades de gestión de derechos de autor, ya hace unos años que se rompió el monopolio de la SGAE. En Euskal Herria, desde que se creó EKKI, los creadores, principalmente los de Euskal Herria, tienen otra opción, y más aún desde que el pasado agosto se creó la asociación SEDA. Al haber más opciones, se ha abierto el abanico para los y las creadoras, y pueden decidir cómo gestionan sus trabajos y bajo qué condiciones. Eso siempre es bueno; ofrece autonomía, de alguna manera.
¿Existe algún requisito para ser miembro de Musikari? ¿Qué ventajas otorga ser socio de la asociación?
Hernando: No existen requisitos especiales para ser socio de Musikari. La asociación reúne a músicos vascos, pero también tenemos algunos que residen fuera de Euskal Herria.
Los miembros tienen varias ventajas: además del servicio de facturación, Musikari ofrece a sus socios y socias una asesoría. Tienen nuestra ayuda para tomar las decisiones y acometer los retos que atañen a su día a día.
Por otro lado, la asociación participa en otras organizaciones, y sus socios se pueden beneficiar de ello. Por ejemplo, Musikari es una de las fundadoras de Musika Bulegoa, por lo que los socios de Musikari pueden participar en diferentes iniciativas gestionadas por esa entidad.
Iratxe Hernandez, Eneritz Dueso, Miren Narbaiza y Olatz Salvador, en la presentación de la junta directiva
Además, la asociación Musikari creó en mayo, junto a otras 13 organizaciones, la Unión de Músicos Profesionales, y, entre otros logros, hemos conseguido tener interlocución directa con el Gobierno de España. Se trata de un hito para el sector de la música, porque los músicos y las músicas no habían tenido hasta ahora relación directa con las instituciones públicas del Estado. Siempre hemos estado representados junto a agentes de otros subsectores, y, como muchas veces los objetivos y necesidades son diferentes, las reivindicaciones y la representación de los músicos no han sido gestionadas como debían.
Respecto a la asesoría sobre propiedad intelectual, respondemos a cualquier duda o preocupación que pudiera tener cualquier miembro de Musikari y Musika Bulegoa sobre los derechos de autor: revisión de contratos, registros de obras diferentes, sincronizaciones, etc.
Bingen Zupiria, consejero de Cultura del Gobierno Vasco, mencionó el Estatuto del Artista como uno de los objetivos prioritarios para esta legislatura. ¿Qué mínimos debería incluir, desde vuestro punto de vista?
Dueso: Materializar el Estatuto del Artista debería ser prioritario para todas las instituciones públicas del Estado. El sector musical y el cultural en general son precarios; este año ha quedado más claro que nunca, pero lleva años así.
De todas formas, que el Estatuto del Artista se convierta en una realidad es un reto enorme, y requiere de voluntad política. Habría que cambiar una serie de leyes interministeriales para poder empezar a avanzar. No sabemos cuándo tendremos los medios y acuerdos necesarios para ello (esperemos que cuanto antes), pero hay un cambio menor que es necesario que se dé lo más rápidamente posible: la ley de contratación.
La ley que regula la relación laboral entre el artista y el organizador de actuaciones públicas es de 1985 (RD 1435/1985). No responde a la realidad actual, y los músicos necesitamos que se actualice esta ley.
¿Qué interlocutores tenéis para llevar adelante vuestra labor?
Hernandez: Musikari lleva años creando una relación sólida con las instituciones públicas y otros agentes del sector. La asociación tiene ya varios compañeros de viaje. Pero la intención de la nueva junta directiva es seguir difundiendo el trabajo de la organización y unir fuerzas con cualquier agente con el que compartamos objetivos.
¿Qué retos tiene Musikari a corto, medio y largo plazo? ¿Qué encontrasteis al iniciar vuestro mandato y dónde queréis llegar?
Hernando: Cuando decidimos coger el liderato de la asociación, Musikari no estaba en su mejor momento, porque no había relevo entre los socios y las socias para constituir la junta directiva. Olatz Salvador venía del anterior grupo de trabajo, y fue ella quien nos comentó la situación de la asociación. Además, se juntó con el inicio de este duro momento que vivimos, y creamos un grupo de trabajo para tomar la dirección de la asociación.
La falta de relevo es un mal que azota a muchas organizaciones sin ánimo de lucro. Es una labor que se ejerce voluntariamente, y muchas veces resulta un camino arduo aunque haya compromiso e ilusión. Nosotras acometemos este reto con mucha ilusión y responsabilidad. La asociación ya tiene su programa: una serie de iniciativas y labores de servicio, representación e interlocución, etcétera.
Nosotras reflejaremos nuestros puntos de vista y propuestas, e intentaremos trabajar en defensa de los intereses de los músicos y las músicas vascas.
Los retos son numerosos. Parece que los efectos de esta crisis permanecerán por un largo tiempo, y nos tocará pelear por las ayudas económicas, apoyos, reivindicaciones y peticiones de los músicos. Precisamente en esa misma línea, dentro de la Unión de Músicos Profesionales, hemos presentado hace algunas semanas el “Plan de Reconstrucción del Sector”, y a medio y largo plazo trabajaremos para canalizar las reivindicaciones recogidas en el mismo.
Pero aparte de todas esas iniciativas sindicales, la junta directiva quiere dar a conocer la asociación a toda Euskal Herria, promover relaciones con músicos y agentes que aún no se han acercado a Musikari y convertirse en un digno de representante de todos y todas.