Economía -

Análisis

Las fichas del dominó financiero

Francia y Bélgica pusieron 6.000 millones de euros hace tres años para salvar a Dexia por la crisis de las hipotecas estadounidenses, ahora se encuentran con que van a tener que poner otro tanto.

Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB

Jesús Torquemada

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Los tests de resistencia de la banca europea tenían como objetivo estudiar cómo podrían reaccionar los bancos ante un empeoramiento de la situación económica. Se analizaban varios escenarios de reducción del crecimiento e incluso de recesión y cómo podía afectar eso a cada banco en función de su capital. Pero, inexplicablemente, en esas pruebas no se incluía la hipótesis de que algún país de la Zona Euro pudiera caer en suspensión de pagos. Y eso a pesar de que los tests fueron publicados en julio, cuando ya se hablaba de la posible quiebra de Grecia.

Por eso hubo bancos, como el franco-belga Dexia, que en esas pruebas sacaron buenas notas. Pero resulta que Dexia es uno de los bancos europeos que más deuda pública griega tiene. Y esa deuda ya se sabe ahora que vale, en el mejor de los casos, un 21% menos que en julio. Esa es la quita que los ministros de Economía de la Eurozona han pedido a los bancos que asuman voluntariamente. Una quita consiste en que el acreedor renuncia a recuperar una parte de su deuda a cambio de garantías de que cobrará el resto. Pero ahora ya se está poniendo en duda que esa quita sea suficiente; no se descarta que haya que aumentarla o que, lisa y llanamente, Grecia se declare en quiebra y no pague nada. Lo cual arrastraría a la quiebra o a una situación muy complicada a los bancos que tengan muchos bonos griegos.

Es lo que pasa con Dexia. Los gobiernos de Francia y Bélgica, que ya pusieron más de 6.000 millones de euros hace tres años para salvar a Dexia por la crisis de las hipotecas estadounidenses, se encuentran ahora con que eso no valió para nada y van a tener que poner otro tanto. Pero a ver de dónde sacan el dinero, a ver de dónde recortan gastos o de dónde aumentan ingresos. El mismo dilema, al fin y al cabo, que tienen ahora todos los gobiernos europeos.

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