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Libia sigue sumida en el caos dos años después de la muerte de Gadafi

Su muerte abrió de par en par las puertas hacia la construcción de una nueva Libia, pero a día de hoy el país se ahoga en las arenas movedizas de la incertidumbre política, económica y de seguridad.

El expresidente de Libia, Muhamar el Gadafi. Efe.
El expresidente de Libia, Muhamar el Gadafi. Efe.
El expresidente de Libia, Muhamar el Gadafi. Efe.

Redacción

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La continua insubordinación de las antiguas milicias libias, los asesinatos en Bengasi, la caída de la producción de petróleo, la debilidad del Gobierno y las fuerzas de seguridad o el reciente secuestro del primer ministro, Ali Zidán, son una muestra de que dos años después de la muerte de Gadafi, Libia no acaba de encontrar su camino hacia la estabilidad.

"Más de dos años después del estallido de la revolución de febrero, las repercusiones negativas de la revuelta continúan, si es que no han aumentado", afirma Intisar Mubarak al Akili, antigua diputada del Consejo Nacional de Transición, que se encargó de dirigir la Libia rebelde hasta la caída del régimen dictatorial.

El 20 de noviembre de 2011, unas pocas horas después de la toma de Sirte, el último bastión que permanecía en manos gadafistas, Muamar al Gadafi, el hombre que había gobernado el país a fuego y hierro desde 1969, fue capturado por los rebeldes, torturado y asesinado.

Su muerte marcó el triunfo del levantamiento popular armado que había comenzado en febrero de ese año y abrió de par en par las puertas hacia la construcción de una nueva Libia.

Sin embargo, la realidad se ha acabado imponiendo y dos años después, el país se ha atascado en las arenas movedizas de la incertidumbre política, económica y de seguridad.

A pesar del deterioro de la situación, Al Akili descarta rotundamente la posibilidad de que la situación desemboque en una guerra civil.

Asesinatos y torturas

Por su parte, el activista y presidente de la comisión Jurídica del Observatorio Libio de los Derechos Humanos, Al Mahdi Saleh Ahmid, no duda en confesar su frustración por la deriva que han tomado los acontecimientos.

"Hay asesinatos y torturas que se perpetran de maneras que no te imaginas, robos y saqueos, protestas, cortes de carreteras y violaciones", explica el activista, antes de acusar a las milicias de ser las responsables del "aumento de la corrupción".

Frente a estos desalentadores relatos, libios como Ahmed Abdelatif, ingeniero de 32 años, continúan manteniendo una mirada esperanzadora sobre el presente y el futuro de su país. En Libia "hay cosas grandiosas a pesar de que la seguridad fuera mejor durante el régimen dictatorial".

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