Internacional -
Análisis
Campaña electoral apasionante en Gran Bretaña
Los liberal-demócratas ven por fin la posibilidad de hablar de tú a tú a los conservadores y a los laboristas gracias al tirón de su líder, Nick Clegg.
Jesús Torquemada
Cómo se ha puesto la campaña electoral británica. Después de dos debates electorales (aún queda el tercero), el “efecto Clegg” sigue protagonizando la campaña. Los liberal-demócratas, los eternos marginados de la política bipartidista británica, ven por fin la posibilidad de hablar de tú a tú a los conservadores y a los laboristas gracias al tirón de su líder, Nick Clegg.
El candidato de los conservadores, David Cameron, está que trina. Veía muy fácil arrebatar el Gobierno a los laboristas de Gordon Brown, que están ya muy desgastados tras trece años en el poder. Para ello, Cameron sólo necesitaba presentarse como el candidato del cambio, una especie de Obama de derechas.
Y entonces aparece Clegg y le arrebata esa bandera en el primer debate. Clegg ha conseguido colar la idea de que conservadores y laboristas son lo de siempre, que lo nuevo son los liberal-demócratas. La prensa populachera británica, partidaria en general de los conservadores, ha comprendido el peligro y se ha lanzado a una campaña anti-Clegg.
Le acusan de terribles delitos: está casado con una española, habla varios idiomas, tiene antepasados extranjeros y vivió cinco años en Bruselas trabajando para la Comisión Europea. En suma, que es un peligroso europeo.
Si Clegg consigue aguantar esta campaña y llegar intacto al tercer debate, su efecto puede ser impredecible, porque puede quitar votos tanto a los laboristas como a los conservadores.