Internacional -
Análisis
En Irak siguen pasando cosas
Es una guerra de la que parece que el mundo quiere olvidarse, aunque allí sigue la violencia.
Jesús Torquemada
Últimamente se habla poco de Irak. Es una guerra de la que parece que el mundo quiere olvidarse, aunque allí sigue la violencia; lo que pasa es que hace unos años todos los atentados se convertían en noticia de portada y ahora apenas se informa de ellos.
Sin embargo, los dos ataques suicidas ocurridos ayer tienen características especiales. Más de cincuenta personas murieron y otras tantas resultaron heridas en los dos ataques, que llevan el sello de Al Qaeda.
El objetivo del atentado no eran soldados, sino milicianos suníes que colaboran con el Gobierno iraquí. Esas milicias suníes progubernamentales son fundamentales para la estrategia aplicada por el Gobierno iraquí y por su aliado Estados Unidos.
Hace cuatro años, los suníes eran uno de los mayores quebraderos de cabeza para los estadounidenses. Eran, en su mayoría, partidarios del derrocado Saddam Hussein. Veían con desconfianza el ascenso al poder de los chiíes y los kurdos, así que formaron milicias que combatían contra el Gobierno y contra los americanos.
Entonces llegó el general Petraeus y decidió que era fundamental ganarse la lealtad de las milicias suníes. Llegó a un acuerdo con sus jefes y pasaron a cobrar del Gobierno. Precisamente, ayer los milicianos fueron atacados cuando hacían cola para cobrar sus sueldos.
Y todo esto ocurre cuando falta menos de un mes para que comience la retirada masiva de Irak de los soldados estadounidenses. Un aviso de Al Qaeda de que no permitirá que esa retirada sea tranquila.