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Análisis

Obama y la mezquita

El presidente norteamericano ha cometido un error: se ha asustado ante la presión de la derecha republicana, y eso es lo peor que puede hacer justo antes de la campaña.

Jesús Torquemada

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acaba de cometer un error. Se ha asustado ante la presión de la derecha republicana, y eso es lo peor que puede hacer cuando está a punto de comenzar la campaña para las elecciones legislativas de noviembre.

En Estados Unidos, hay ahora una polémica acerca de la construcción de una mezquita en Nueva York muy cerca de donde estaban las Torres Gemelas. Como el atentado fue cometido supuestamente por Al Qaeda y éste es un grupo musulmán, familiares de las víctimas del 11-S han criticado ese proyecto. Y la derecha republicana ha visto que ese tema le puede reportar votos, igual que la cuestión de la inmigración en Arizona.

De esa forma, un asunto que era local, de Nueva York, se está convirtiendo en un asunto nacional. El viernes, Obama intervino en el debate. Y lo hizo recordando algo evidente: que Estados Unidos se fundó sobre el principio de la libertad de religión y que a ningún estadounidense se le puede impedir practicar su fe donde quiera. Con esa declaración, parecía que apoyaba la construcción de la mezquita, pero dos días después ha matizado que quizá no es prudente hacer allí ese edificio religioso.

Los republicanos saben que Obama tiene un punto débil: su padre era un keniano de familia musulmana, aunque luego se hizo ateo, y Obama vivió varios años de niño en Indonesia, un país musulmán. Por eso, los republicanos han intentado más de una vez colar la idea de que Obama es medio musulmán. Y lo volverán a hacer.

Si Obama cree que retrocediendo en el asunto de la mezquita logrará parar esos ataques, se equivoca; lo que conseguirá será que los republicanos se envalentonen aún más.

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