Internacional -
Análisis
Negociar la paz, hacer la guerra
Algunos de los atentados más terribles en Oriente Próximo se han producido, precisamente, cuando las negociaciones de paz estaban más avanzadas y parecía que iban a dar frutos.
Jesús Torquemada
En Israel y Palestina las cosas no significan lo mismo que en el resto del mundo. Allí, "negociaciones de paz" significa más guerra.
Algunos de los atentados más terribles se han producido, precisamente, cuando las negociaciones de paz estaban más avanzadas y parecía que iban a dar frutos. En febrero de 1994, un israelí mató a 29 palestinos que rezaban en la Tumba de los Patriarcas de Hebrón. Seis meses después, un palestino mató a 22 israelíes en un autobús de Tel Aviv. Era la época en que los Acuerdos de Oslo habían depertado una esperanza fundada.
Hubo muchos más atentados como aquellos, y tanto los israelíes como los palestinos perdieron esa esperanza. Eso es lo que busca Hamas matando a cuatro israelíes ayer cerca de Hebrón: que no haya ninguna esperanza de paz, que se imponga su lógica del todo o nada: no se negocia con Israel, a Israel sólo se le destruye.
Hamas sabe lo que hace, pues ha atacado a los colonos judíos que están usurpando el territorio palestino en Cisjordania. Esos colonos son los más radicales, son los que presionan al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para que no ceda ante los palestinos.
El atentado de Hebrón sucedió cuando Netanyahu ya estaba volando hacia Washington, igual que el presidente palestino, Mahmud Abbas, pues ambos tienen una cita con Obama para intentar relanzar el proceso de paz.
Un esfuerzo inútil. Hamas no va a respetar lo que firme Abbas, y los colonos tampoco van a aceptar lo que firme Netanyahu si implica concesiones en el tema de las colonias.