Internacional -
Análisis
La tozuda realidad económica de Irlanda
Voten lo que voten los irlandeses en las elecciones anticipadas, la realidad económica va a seguir siendo la misma.
Jesús Torquemada
Conviene aclarar que Irlanda no es un paraíso fiscal. No es un país en el que el narcotráfico o los negocios sucios blanquean su dinero. Pero sí es un país en el que se pagan pocos impuestos directos.
El impuesto de sociedades, lo que el Estado les cobra a las empresas por ejercer su actividad, es el más bajo de Europa: el 12,5%, la mitad de la media europea.
Irlanda pone ese impuesto tan bajo para atraer empresas extranjeras, de fuera de Europa, y así crea empleo. Eso molesta a sus socios europeos, que acusan a Irlanda de competencia desleal.
Irlanda está en su derecho, porque entra dentro de su soberanía, de poner el impuesto de sociedades que quiera. Pero claro, el Estado irlandés no recauda casi nada por ese concepto. Al final, de algún sitio tiene que salir el dinero para pagar los gastos sociales; no se puede gastar siempre más de lo que se ingresa. Si además se crea una burbuja de precios y salarios y los bancos se vuelven locos, llega un momento en que el modelo ya no se puede sostener.
Irlanda podrá mantener el impuesto de sociedades como está, pero tendrá que aumentar otros impuestos y recortar muchos gastos. Y lo tendrá que hacer con euro o sin él, dentro de Europa o fuera.
Es comprensible que los irlandeses estén frustrados ante el final del sueño y que el primer ministro, Brian Cowen, vaya a pagar los platos rotos.
Es comprensible que Los Verdes abandonen la coalición con el Fianna Fail y hagan caer al Gobierno. Pero, voten lo que voten los irlandeses en las elecciones anticipadas, la realidad económica va a seguir siendo la misma.