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Análisis

Mubarak se va, pero todavía no

Lo anunciado por Mubarak es, más o menos, lo que le pedía Estados Unidos, ya que en Washington tiene miedo de una revolución descontrolada.

Jesús Torquemada

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El anuncio de Hosni Mubarak de que dejará el poder antes de septiembre no satisface la petición de los egipcios movilizados para pedir su renuncia inmediata.

En septiembre están previstas elecciones presidenciales y Mubarak dice que no se presentará, e incluso que las adelantará, pero deja claro que quiere seguir administrando Egipto hasta entonces.

La oposición, por el contrario, lo que pide es que Mubarak se marche ya y que se forme un Gobierno de transición para reformar la Constitución y organizar las elecciones.

Lo anunciado por Mubarak es, más o menos, lo que le pedía Estados Unidos. Washington tiene miedo de una revolución descontrolada en Egipto y de que el régimen caiga bruscamente. Necesita tiempo para encontrar un político egipcio que sea aceptable para los propios egipcios y que no sea antiamericano.

La Casa Blanca no tiene claro que Mohamed El Baradei, del que tanto se habla estos días, sea su hombre. Por eso, porque sabe que Estados Unidos necesita ganar tiempo, Mubarak ha decidido resistir.

Le ayuda también la actitud del Ejército egipcio, que ha dicho que no va a reprimir a los manifestantes, pero que no parece dispuesto a echar a Mubarak, que al fin y al cabo es también un militar.

Lo que ha hecho Mubarak es lo mismo que hizo hace dos semanas el tunecino Zine Abidin El Ali: anunciar que estaba dispuesto a irse, pero cuando él quisiera. No le sirvió y dos días después tuvo que escapar del país.

El caso de Egipto, sin embargo, es más complicado y el juego de intereses es mucho más fuerte. El desenlace de esta revolución egipcia tendrá una influencia muy profunda no sólo en el mundo árabe, sino en todo el mundo musulmán.

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