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Análisis

El riesgo de violencia crece en Egipto

A las protestas de los últimos días se suma ahora una movilización obrera que afecta a las empresas más importantes del país. Mientras, el vicepresidente Suleimán habla de riesgo de golpe de Estado.

Jesús Torquemada

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La situación se está volviendo muy peligrosa en Egipto. Tanto el Gobierno como la oposición han elevado el tono de sus declaraciones y sus acciones. Empieza a haber una movilización obrera, con huelgas en numerosas empresas, lo que significa que la protesta se extiende a todo el país y no se limita a las grandes manifestaciones de El Cairo y Alejandría.

Ha habido concentraciones y paros en Telecom Egypt, en instalaciones auxiliares del Canal de Suez, y en empresas de carbón, cemento y petróleo.

Los obreros reclaman subidas salariales, pero está claro que su acción es un respaldo a los que desde el 25 de enero exigen la dimisión inmediata del presidente Mubarak. Este no muestra ningún indicio de que esté dispuesto a marcharse. No se descarta incluso que se vuelva atrás de alguna de las promesas que había hecho.

Su vicepresidente, Omar Suleimán, reunió el martes por la noche a los directores de la prensa egipcia y les advirtió de que había un riesgo de golpe de Estado si la oposición no aceptaba el diálogo con el Gobierno, un diálogo con las condiciones puestas por el propio Gobierno, claro. No precisó a que se refería su enigmática amenaza, pero la mayoría de los asistentes a la reunión entendieron que hablaba de un golpe del Ejército y la creación de una Junta Militar que aplastaría la rebelión.

La oposición no se ha achantado y siguen las manifestaciones y las huelgas. Para mañana hay convocada otra gran concentración y el lema es el mismo que el de hace casi tres semanas: Mubarak, vete.

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