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Análisis

Japón y los riesgos de un modelo energético

Tras la Segunda Guerra Mundial, los japoneses crearon 54 reactores nucleares en un territorio zarandeado permanentemente por los terremotos.

Jesús Torquemada

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Lo que le está sucediendo a Japón es particularmente cruel. Es el único país del mundo que ha sufrido, y dos veces además, un bombardeo atómico.

Las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki mataron de golpe a unas 150.000 personas, pero otras 100.000 fueron muriendo en los años siguientes a causa de las altas dosis de radiactividad. Y ahora Japón se prepara para sufrir otra vez la lluvia radiactiva, pero esta vez no por un ataque externo, sino por un accidente nuclear.

Lo normal habría sido que, tras la Segunda Guerra Mundial, los japoneses se hubieran alejado para siempre de todo lo que sonase a atómico; pero no tenían fuentes de energía, aparte del carbón, y recurrieron a las centrales nucleares para producir la electricidad con la que alimentaron su despegue económico.

Japón deslumbró al mundo en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado con su milagro económico; pero, para lograrlo, tuvieron que poner 54 reactores nucleares en un territorio zarandeado permanentemente por los terremotos. Era una época en la que había una confianza ciega en la tecnología, se pensaba que el ser humano podía prever todo y además imponerse a las fuerzas de la naturaleza.

Ahora, como después de los accidentes de Harrisburg y Chernóbil, se vuelve a hablar de revisar en todo el mundo todo el modelo energético, de buscar otras maneras de llevar a cabo un desarrollo sostenible. Palabras. En cuanto pase la lluvia radiactiva, volveremos a encender las luces.

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