Internacional -
Análisis
La OTAN en Libia: todos contentos
Sarkozy sigue de protagonista, mientras que Obama, Erdogan y Merkel consiguen salir de la foto.
Jesús Torquemada
La OTAN va a asumir el mando de la intervención internacional en Libia, pero solo en parte.
Al final, para contentar a todos, ha habido que adoptar una decisión un poco laberíntica. La OTAN asume el mando del bloqueo naval, es decir, de los barcos que vigilan para que no lleguen armas a Libia. Sobre eso no había duda y estaban de acuerdo los 28 socios de la OTAN.
Las discrepancias estaban en el tema de los ataques contra las instalaciones militares de Gadafi. Turquía, por ejemplo, no quiere participar en ese tipo de misiones, porque no quiere atacar el territorio de un país musulmán.
Lo que se ha decidido es que la OTAN se ocupará de imponer la zona de exclusión aérea, es decir, de derribar los aviones de Gadafi que intenten volar; pero de los ataques contra las defensas antiaéreas de Gadafi o contra los tanques gadafistas que disparen contra civiles se encargará la “coalición de voluntarios” liderada por Francia (no olvidemos que la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU autoriza a usar “todos los medios necesarios” para proteger a los civiles).
En esa coalición casi todos los que participan son también miembros de la OTAN; pero hay además dos países árabes, Qatar y Emiratos, que han puesto aviones, aunque aún no consta que hayan actuado.
Según París, es importante que esa coalición asuma el mando político de la operación, para que se visualice que no es un asunto solo de países occidentales, sino que también hay países árabes metidos.
Así, todos contentos. Sarkozy, porque sigue de protagonista; Obama, porque consigue traspasar el mando a la OTAN y que no parezca que son los estadounidenses los que mandan; el turco Erdogan, porque no se ve metido en el trabajo sucio; y la alemana Merkel, porque consigue quedarse fuera de la foto y se puede concentrar en ganar las cruciales elecciones regionales a las que se enfrenta estos días.