Internacional -
Análisis
Gadafi y la piel del oso
El paseo de Saif El Islam por el hotel donde se alojan los periodistas internacionales ha dejado herida la credibilidad de los rebeldes, y crea dudas sobre la capacidad del Consejo de Transición.
Jesús Torquemada
Saif El Islam Gadafi ha conseguido dar un golpe propagandístico al demostrar que no estaba detenido y que Trípoli, la capital libia, no está todavía completamente en manos de los rebeldes. Y si no han capturado a Saif El Islam, menos aún a su padre, el dictador Muamar El Gadafi, que sigue en paradero desconocido.
Se le están agotando las oportunidades de escapar. Sudáfrica y Rusia ya han dicho que no le esperan allí; le sigue quedando Venezuela, donde el presidente Chávez le recibiría con los brazos abiertos. Pero, mientras tanto, el paseo de Saif El Islam por el Hotel Rixos, donde se alojan los periodistas internacionales, ha dejado herida la credibilidad de los rebeldes. Y no es la primera vez; a lo largo de estos seis meses los rebeldes han contado muchas mentiras, o por lo menos inexactitudes.
Eso siembra nuevas dudas sobre la capacidad que va a tener el Consejo Nacional de Transición, reconocido por la mayoría de los gobiernos europeos, para implantar la democracia en Libia después de la caída de Gadafi.
Ese Gobierno provisional está presidido por un antiguo gadafista, Mustafa Abdel Jalil, que fue ministro de Justicia, pero su composición es muy variada. Habrá que ver si Abdel Jalil consigue imponer su autoridad tras la caída de Gadafi; pero, para eso, lo primero es que esa caída, anunciada ya tantas veces, se produzca de verdad. Como bien dice el refrán: “No vendas la piel del oso antes de cazarlo”.