Internacional -
Análisis
Golpe de Estado europeo
La soberanía de los griegos y los italianos para elegir como primer ministro a quien quieran ha quedado un tanto erosionada.
Redacción
La solución que se ha dado a las crisis políticas de Grecia e Italia tiene algunos aspectos preocupantes. En cierta forma, han sido unos golpes de Estado organizados en Berlín, París y Bruselas.
El primer ministro griego dimitido, Yorgos Papandreu, seguía teniendo mayoría en el Parlamento y le quedaban más de dos años de mandato. Su colega italiano, Silvio Berlusconi, perdió una votación parlamentaria, pero todavía tenía mayoría como para ganar la mayoría de las votaciones y la legislatura no acababa hasta dentro de año y medio.
Si los dos han presentado su dimisión ha sido porque la presión que recibían desde las capitales europeas y desde los llamados mercados era muy fuerte. Si se hubieran empeñado en seguir en el cargo, es muy probable que tanto Grecia como Italia hubieran entrado en bancarrota. Y eso hubiera hecho muy difícil, por no decir imposible, la continuidad del euro.
Es lógico, en ese contexto, que sus socios, especialmente Alemania y Francia, presionasen para que esos países llevasen a cabo los recortes que, en su opinión, son necesarios para salvar al euro. Pero la soberanía de los griegos y los italianos para elegir como primer ministro a quien quieran ha quedado un tanto erosionada.
Por supuesto que, si no hay cesiones de soberanía, el proyecto del euro no puede funcionar. Por eso, lo que urge es dar más pasos hacia la unión económica de todos los países del euro, de manera que las grandes líneas de la política económica, incluida la fiscal, se adopten de acuerdo entre todos y así no haga falta recurrir a las presiones extraordinarias que se han producido en este caso.