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Análisis

China y Rusia, los malos de la película siria

Utilizando su derecho a veto, Rusia y China han impedido que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe una resolución contra el presidente de Siria, Bashar El Assad.

Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional.
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB

Jesús Torquemada

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Utilizando su derecho a veto, Rusia y China han impedido que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe una resolución contra el presidente de Siria, Bashar El Assad. Eso ha provocado el enfado no solo de Estados Unidos y de Europa, sino incluso de la mayoría de los gobiernos árabes, que defendían esa resolución.

Fue Marruecos quien la presentó al Consejo de Seguridad, con el respaldo de prácticamente todas las capitales árabes. Las razones de Rusia para mantener esta postura son varias, de tipo económico, político y estratégico. Siria le permite usar a Rusia la base naval de Tartus y además le compra armas. Es el último aliado que le queda a Rusia en Oriente Medio, una región en la que Moscú, lógicamente, quiere estar presente. Pero, además, dentro de un mes se celebran en Rusia elecciones presidenciales, a las que se presenta el actual primer ministro, Vladimir Putin. Y a Putin le viene bien ahora, en plena campaña, hacerse el fuerte desafiando a Estados Unidos, pues sabe que entre los rusos hay un sentimiento antiamericano que viene desde los tiempos de la "guerra fría".

En cuanto a las razones de China para vetar la resolución, los motivos económicos no son importantes, pero sí los políticos. China se opone, por principio, a cualquier resolución que suponga una intervención en los asuntos internos de un país. Y, además, no quiere que triunfen más revoluciones en el mundo árabe. A los dirigentes chinos la "primavera árabe" les ha puesto muy nerviosos. Han reforzado el control de Internet, que jugó un papel importante al comienzo de las revueltas árabes, y han aumentado la represión contra los disidentes, para no dejar que se organice ninguna oposición.

Así que en el tema de Siria tanto Moscú como Pekín hacen lo mismo que hacen todos: defender sus intereses.

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