El fantasma ultraderechista toma cuerpo en Francia

No es para menos la conmoción que vive Francia por lo sucedido en Toulouse. El descubrimiento de que en Francia puede haber un terrorismo de extrema derecha ha causado la lógica alarma. Es igual que el asesino de la moto esté actuando solo, que pertenezca a una célula neonazi pequeña o a una grande. Lo que importa es que en Francia cada vez se escuchan más declaraciones de tipo racista y xenófobo, más acusaciones contra los inmigrantes, más propuestas de proteccionismo y de aislamiento del extranjero, de donde, según esas declaraciones, solo llegan cosas malas para los franceses.

Es un tipo de ideología que se está extendiendo y en el que encuentran cobijo intelectual los sicópatas racistas. Si, como parece, están relacionados el atentado de ayer contra la sinagoga judía y el asesinato de tres militares galos la semana pasada en la misma región, todo apunta a un ataque de tipo racista. Los tres militares muertos eran de origen magrebí, y otro que resultó herido era antillano. El caso tiene ciertas similitudes con el de Breivik, que el año pasado mató a casi ochenta personas en Noruega para denunciar una supuesta invasión musulmana de Europa.

El asesino de Toulouse apunta a la vez hacia los dos enemigos clásicos de los ultraderechistas: los árabes y los judíos. A los árabes los odian porque constituyen el grueso de los inmigrantes; a los judíos, por la ideología neonazi que guía los pasos de esa ultraderecha. A ver por dónde sale ahora, en plena campaña electoral, Marine Le Pen, la candidata del ultraderechista Frente Nacional. Y el propio Sarkozy, que en los últimos días ha derechizado demasiado su discurso.