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juicio de Sarkozy
Empieza el juicio contra Sarkozy, condenado a tres años de prisión, en en tribunal de apelaciones
El expresidente francés está acusado de haber intentado corromper a un alto magistrado para su propio beneficio en el caso Bettencourt, y en segundo lugar de tráfico de influencias por las promesas que pudo hacerle al magistrado para colocarlo en un puesto prestigioso en Mónaco.
agencias | eitb media
Euskaraz irakurri: Hiru urteko espetxe-zigorrera kondenatua dagoen Sarkozyren aurkako epaiketa hasi da apelazio auzitegian
El expresidente francés Nicolas Sarkozy se sienta en el banquillo a partir de este lunes para intentar revertir en apelación la condena a tres años de prisión, uno de ellos firme. Se le acusa de haber intentado supuestamente corromper al antiguo magistrado Gilbert Azibert en 2013 y 2014 para su propio beneficio en el caso Bettencourt, así como de tráfico de influencias por las promesas que pudo hacerle a Azibert para colocarlo en un puesto prestigioso en Mónaco.
En este juicio ante el Tribunal de Apelación de París que está previsto que se prolongue hasta el viernes 16, comparecen además de Sarkozy el que era su abogado en el momento de los hechos, Thierry Herzog, y el antiguo magistrado Gilbert Azibert. A Herzog, además, se le impuso la prohibición de ejercer el oficio de abogado durante cinco años.
Los tres fueron sentenciados en primera instancia en marzo de 2021 a la misma pena de tres años de cárcel, uno de ellos de obligado cumplimiento en régimen de privación de libertad con detención en sus respectivos domicilios controlada con brazalete electrónico.
Sarkozy, que a sus 67 años se encuentra retirado de la política activa, es el primer expresidente francés sentenciado a una pena de cárcel firme, es decir que implica una privación de libertad efectiva.
Según la acusación, el que fue presidente de Francia entre 2007 y 2012 intentó, después de dejar el Elíseo, obtener informaciones confidenciales sobre una instrucción en la que podía aparecer como implicado en un abuso de debilidad de la multimillonaria Liliane Bettencourt, entonces nonagenaria y heredera del emporio L'Oréal. Para ello, pactó con Gilbert Azibert, que ejercía de fiscal en el Tribunal Supremo, con el objetivo de pesar sobre las decisiones judiciales que se iban a tomar en ese caso.
A cambio de esa intervención, Sarkozy le prometió usar de su influencia para que Azibert pudiera obtener un puesto prestigioso en Mónaco.