Experta en la materia, la directora de Víctimas sigue paso a paso la marcha del proceso, y lo hace entre bambalinas. Positiva, cree que avanza hacia una Euskadi que logrará convivir y entenderse.
Es la directora de Víctimas y Derechos Humanos del Gobierno Vasco y, por tanto, una testigo de excepción de cómo marcha el proceso de paz. Monika Hernando recibió con dudas el anuncio de ETA, pero está segura de que la decisión es irreversible.
- ¿Cómo recuerdas el día en el que ETA anunció que abandonaba las armas? ¿Cuál fue tu primer reflexión aquel día?
Recuerdo ese día como un día normal. Yo trabajaba entonces en una ONG, siendo responsable además del área de cultura de paz y derechos humanos. Después de trabajar, como siempre, fui a buscar a mis hijos, extraescolares, etxekolanak, etc. Supongo que en el imaginario, en el mío al menos, había pensado en ese día como en un día de celebración. Sin embargo, fue mucho más contenido. Sentí alegría pero contenida, cautelosa y, aunque algo me decía que esta vez era la definitiva, era inevitable albergar una mínima duda. Recuerdo también muchos mensajes, algunas conversaciones y algún abrazo...
- Pasados tres años, ¿cuál dirías que es el estado de salud del proceso? ¿Se ha avanzado tanto como esperabas?
Nos encontramos en un punto de no retorno. Avanzamos hacia una Euskadi en Paz, una Euskadi en la que cabemos todos y todas, conviviendo y respetándonos. Y es por eso que sí se han cumplido mis expectativas. Si miramos hacia atrás, hoy estamos mucho mejor que hace tres años. Evidentemente queda mucho camino por recorrer y a algunos les quedan pasos muy importantes que realizar, pasos que espero que den lo antes posible, pero es indudable que hemos avanzado.
- De cara al futuro, ¿qué esperas? ¿Cómo crees que se desarrollará el proceso?
La sociedad seguirá avanzando hacia la convivencia y la normalización, adelantando incluso a los y las responsables políticos. Espero que eso empuje también a dar los pasos importantes que quedan por dar. Me refiero principalmente al desarme y la disolución de ETA, al reconocimiento y reparación de las víctimas, y también a la eliminación de la excepcionalidad en la política penitenciaria.
Estoy segura también de que en un futuro no muy lejano, seremos capaces de encontrarnos en el respeto de los derechos humanos. Y de que ese encuentro no va a ser mirando sólo al futuro sino también mirando a las graves violaciones de derechos humanos que tantas víctimas han sufrido en nuestro país en los últimos 55 años, haciendo una autocrítica sincera en la que se reconozca la injusticia del daño causado.
