El violador de Donostia admite la agresión sexual de Riberas de Loiola

El presunto violador en serie de Donostia-San Sebastián ha admitido hoy ser el autor de la agresión sexual de Riberas de Loiola, que propició a su detención y relacionarlo con otras cuatro violaciones anteriores, y se ha conformado con 8 años de cárcel por este caso.

De esta manera, el procesado acumula ya 27 años y nueve meses de prisión por las cinco agresiones sexuales que cometió en la capital guipuzcoana.

A preguntas de la Fiscalía, ha reconocido que la madrugada del 25 de octubre de 2008 vio a una joven a la que siguió hasta el barrio de Riberas de Loiola, donde la abordó por detrás a la altura del portal de la víctima y le practicó una "maniobra" para dejarla inconsciente, si bien se ha negado a detallar cómo logró dejar sin sentido a la perjudicada, a la que después introdujo en el ascensor en el que la bajó a la segunda planta del garaje.

Allí la tumbó en el suelo y "desgraciadamente", según sus propias palabras, la violó, aunque ha eludido ofrecer más detalles porque, como ha dicho, no los recuerda debido al tiempo transcurrido.

Posteriormente, las acusaciones han pedido que se condene al acusado a ocho años por un delito de agresión sexual, y a 24 días de localización permanente por una falta de lesiones y otra de hurto, y han solicitado que, cuando el imputado acceda al tercer grado penitenciario, en caso de que en algún momento le sea concedido, se le sustituya la pena por la expulsión del país, ya que es de origen ecuatoriano y se encuentra en España en situación irregular.

A continuación, el procesado ha sido preguntado sobre su arraigo en España, donde, según ha respondido, tiene numerosa familia desde hace quince años, tras lo que el presidente del tribunal ha declarado el juicio visto para sentencia.

Ésta es la quinta y última vista por los que el imputado ha sido juzgado por cinco violaciones y agresiones sexuales cometidas en Donostia-San Sebastián con el mismo "modus operandi", ya que abordaba a sus víctimas de forma sorpresiva, le hacía perder el conocimiento aferrándolas por el cuello y, a continuación abusaba de ellas cuando se encontraban desvanecidas.