Sociedad -
Bullying
Tres alumnos procesados por acosar a otro en un colegio de Donostia
Según la Fiscalía, los tres encausados presuntamente "golpeaban" al compañero entre las clases, "mientras se producía el cambio de profesor en el aula".
Redacción
Tres alumnos de catorce años, que cursan estudios en un colegio de Donostia, han sido procesados por la Fiscalía de Gipuzkoa por acosar a uno de sus compañeros de aula, para el que acudir al centro escolar se convirtió en "una tortura" por los malos tratos a los que era sometido.
El Ministerio Público pide para estos tres menores 70 horas de prestaciones en beneficio de la comunidad, así como una compensación económica para la víctima a abonar conjuntamente con sus padres, y que se declare al colegio "solidariamente responsable, en su condición de guardador" del alumno perjudicado.
Según el escrito de alegaciones de la Fiscalía, "el ambiente de violencia desplegado en el aula" contra este adolescente "llegó a ser tan insoportable para el resto de alumnos" que finalmente lo pusieron en conocimiento del tutor".
Los hechos, que provocaban en la víctima "sentimientos de desesperación y angustia", ocurrieron durante el último trimestre del año 2011 y el primero de 2012, "siempre en el ámbito escolar y de forma prácticamente diaria".
El documento de la Fiscalía explica que los tres encausados presuntamente acosaban "de forma consciente y querida" mediante "actos de violencia física" a su compañero, al que "golpeaban" con ánimo de "menoscabar su integridad física" entre las clases, mientras "se producía el cambio de profesor en el aula".
Los presuntos agresores, uno de los cuales ha cumplido 15 años este mes, actuaban la mayoría de las veces "en un grupo integrado por seis" alumnos, aunque tres de ellos eran menores de catorce años y no pueden ser acusados por la Fiscalía.
De esta manera, los agresores supuestamente propinaban, "de manera conjunta y sucesiva", golpes en el hombro a su víctima, quien "a veces caía al suelo por el dolor" y, en ocasiones, sufrió "hematomas en el hombro y la espalda".
El chico "muchas veces terminaba llorando", una circunstancia que era apreciada tanto por los agresores como por el resto de la clase. El texto desvela que la víctima llegó a interiorizar "los actos de violencia física como parte normalizada de su vida" y sufrió "pérdidas y debilidad en el cabello", así como "trastornos de sueño" y su rendimiento escolar descendió "notablemente". A consecuencia de estos hechos, el pequeño presenta un "miedo insuperable al encuentro fortuito con sus agresores" y se encuentra en tratamiento psicológico".