Sociedad -
Inundaciones del 83
Cuando tu función es gobernar el caos de una catástrofe
Hoy se cumplen 40 años desde que Euskadi se ahogó. Hablamos con quien, a pesar de la crudeza de lo ocurrido, tuvo que mantener la calma y coordinar el dispositivo de emergencia: Ricardo Olabegoya, director de Protección Civil de la época.
Eider Garaikoetxea O. | EITB Media
Euskaraz irakurri: Hondamendiaren kaosa gobernatzen
El primer Gobierno Vasco, con Carlos Garaikoetxea de lehendakari, buscaba a un vasco con experiencia en Emergencias, era mayo de 1981. Eligieron a Ricardo Olabegoya Venturini (Leioa, 1945), quien durante, nueve años, había sido arquitecto jefe del Servicio de Bomberos del Ayuntamiento de Barcelona.
La prueba de fuego le llegó pronto, a los dos años. Un día como hoy Euskadi sufría una de sus grandes catástrofes, las inundaciones del 26 de agosto de 1983. Las riadas dejaron decenas de víctimas, cinco desaparecidos y daños materiales valorados en 200 000 millones de las antiguas pesetas (1200 millones de euros). Pese al paso del tiempo, Olabegoya recuerda bien aquella tragedia. No obstante, viene a la entrevista con eitb.eus con una carpeta llena de documentos, por si la memoria le jugase alguna mala pasada. No ha sido necesario abrirla. Ha relatado aquellas primeras 48 horas con precisión: cómo le despertaron a las tantas de la madrugada por la situación límite en Gipuzkoa, cómo a mediodía la catástrofe se trasladó a Bilbao... Olabegoya, junto con el resto de miembros del Gobierno Vasco y demás instituciones, trabajó y coordinó casi sin descanso. El voluntariado llegó pronto, pero a todas aquellas personas dispuestas a echar una mano había que dirigirlas, cual director de orquesta.
Aquel dispositivo no fue fruto de la improvisación. Había sido cocinado dos años antes, tras acceder Olabegoya al cargo. Tuvieron como modelo protocolos de Alemania y otros países con parecidas características a las de Euskadi. también se tuvieron en cuenta los recursos con los que contaba en aquella época la CAV. "Fue terrible, pero echando la mirada atrás, funcionó razonablemente bien", nos dice con un punto de orgullo. De hecho, una vez superada la emergencia, responsables de varios países europeos visitaron Euskadi para conocer de cerca aquella forma de proceder, según nos ha contado.
Aquel dispositivo de emergencias fue un buen ensayo para los años venideros. La situación actual ha cambiado mucho, Euskadi cuenta ahora con muchos más recursos y más experiencia para afrontar desastres. Hay algo que no ha cambiado: la fragilidad del ser humano al mirar cara a cara a una tragedia; tal como sintió Ricardo Olabegoya cuando avistó aquella Bilbao en penumbras ese 26 de agosto a la noche.