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Historia, 1936

Biplano nazi estrellado en Vitoria mientras hacia una ofrenda floral

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Álvaro Arbina descubre una historia que los franquista ocultaron con éxito y no salió a la luz hasta muchos años después.

  • Imagen de un avión nazi. Wikipedia

    Imagen de un avión nazi. Wikipedia

    11:38 min
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En la sección El Armario del Tiempo, el escritor Álvaro Arbina nos traslada hasta el 28 de septiembre de 1936, en Vitoria. Ese día 6 biplanos con la esvástica nazi se aproximaron a Vitoria. Uno de los biplanos volaba demasiado bajo, impactó contra una chimenea y se estrelló en una esquina de la plaza. El piloto alemán murió al instante, como otros dos civiles vitorianos que pasaban por allí. 

El misterioso caza se estrelló tan solo dos meses después del levantamiento golpista de los militares dirigidos por Franco. Vitoria ya había sido tomada y era zona bajo dominio del general golpista Mola. El régimen franquista de esta zona decidió enviar una cuadrilla de aviones alemanes al aeropuerto José Martínez Aragón de Vitoria con el fin de poder tenerlos prestos para las campañas del Norte y de Aragón desde esta base.

El día 26 de septiembre llegaban al aeropuerto vitoriano 6 cazas alemanes biplanos, con sus 6 mecánicos y seis pilotos, que suponían la avanzadilla de una famosa Legión Condor que se formaría en apenas dos meses.

A lo pocos días los cazas salieron por primera vez en una misión. Los biplanos en formación se dirigieron desde el aeródromo hasta la ciudad y a la altura de la plaza de España, el segundo teniente Hefter, rompió la formación y sobrevoló la vertical del Ayuntamiento con la pésima idea de lanzar un ramo de flores para agradecer a las autoridades municipales por todo el agasajo anterior recibido. El tren de aterrizaje del Heinkel chocó contra una chimenea de las casas de la plaza de España. El golpe hizo perder el control y se precipitó contra el suelo rozando en su caída la cubierta del kiosco de la música que se alzaba en el centro de la plaza. Finalmente colisionó contra la esquina noroeste y empezó a arder. El infortunio hizo que por allí pasasen en esos momentos dos paisanos. Uno se llamaba Antonio Peral, era lechero y tenía 29 años, que murió al instante, y el otro era Vicente López de Lacalle, herrero, natural de Maestu. Tenía 20 años y fue llevado al hospital Santiago, pero murió a las cuatro horas.

La noticia corrió como la pólvora por Vitoria, que por entonces tan solo tenía 40.000 habitantes. Muchos oyeron el estruendo de las explosiones. Se acercó una gran multitud para presenciar lo que sucedía. El avión estaba roto por la mitad; las alas y la parte delantera eran como una gran bola de fuego, ni siquiera la gente se asustaba del ruido de las pequeñas explosiones porque el avión estaba cargado de balas. Unos funcionarios municipales salieron por la puerta del Ayuntamiento, que estaba a solo unos pasos, y con una lata de pintura y unas brochas cubrieron precipitadamente de color rojo una cruz gamada que tenía pintada el avión en el fuselaje, dentro de un círculo negro, pero lo hicieron tan deprisa y tan mal que se traslucía la cruz debajo del rojo. Querían esconder la esvástica nazi, y hacerlo pasar por un avión rojo o republicano. Los militares empezaron a correr la voz, ahuyentando a la multitud, instándoles a irse a sus casas porque los rojos volverían para bombardear. Todo era un bulo. 

El alférez alemán era el primero de los voluntarios que moría desde que empezó la guerra, a pesar de que ya había habido combates aéreos y una participación activa desde agosto. De hecho, Hefter había derribado un avión republicano en el frente de Aragón antes de recalar en Vitoria. Vitoria no tuvo conocimiento de lo que verdaderamente había pasado hasta después de muchos años.

Oficialmente quedó constancia en realidad de que murió abatido o derribado por disparos desde el cielo. Aludiendo a la presencia imposible de aviones republicanos en las inmediaciones. También se crearon otro tipo de bulos, como que el piloto pretendía impresionar a una dama vitoriana que vivía en la plaza de España regalándole unas flores.

Tras el entierro de los dos civiles, el cuerpo del alemán fue repatriado a Alemania.

En 1958 y 1959 los cuerpos fueron inhumados de la fosa común donde habían sido enterrados y fueron llevados a los cementerios donde estaban sus familias. Los restos del biplano permanecieron mucho tiempo en los hangares del viejo aeródromo.