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Álvaro Arbina

Lope de Aguirre, el oñatiarra que declaró la guerra a Felipe II

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El escrito Álvaro Arbina nos invitar a viajar con el "Armario del tiempo" y conocer quién fue Lope de Aguirre.

  • Lope de Aguirre. Wikipedia

    Lope de Aguirre. Wikipedia

    12:11 min
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Lope de Aguirre fue conocido como el Loco, el Traidor, el Peregrino o la Ira de Dios. Sus gestas y su locura fueron de tal dimensión que han pasado los siglos y pocos han resistido la tentación de hablar de él.

Lope de Aguirre nació en Oñate, en el valle de Araotz, como segundo hijo en una familia de hidalgos, así que tenía que buscar fortuna fuera. Hacia 1536 Lope decidió viajar a Perú y tomó partido con las fuerzas reales en las rebeliones que abundaban con las poblaciones nativas. Pronto Lope de Aguirre ganó fama como hombre especialmente violento. Sus acciones destacaron tanto que un juez de Potosí, el famoso juez Francisco de Esquivel, le acusó de haber infringido las leyes de protección de los indios y le sentenció a ser azotado públicamente. El pobre juez no era consciente de lo que hacía. Con su orgullo de hidalgo herido, Aguirre lo persiguió durante tres años y cuatro meses. El juez se vio obligado a cambiar de residencia varias veces, vivió en Quito, Cuzco y otros muchos lugares de Sudamérica. Durante este tiempo, Lope de Aguirre recorrió unos 6.000 kilómetros.

Al fin, Aguirre consumó su venganza bíblica en la mansión del magistrado en Cuzco matándole mientras dormía. Poco después también asaltó mortalmente al gobernador de la ciudad. Condenado a muerte por estos delitos, Aguirre se salvó milagrosamente de la horca en 1554. Al parecer intercedió un nuevo conquistador con mucho poder que llegó a la zona, y que lo reclutó para combatir a los rebeldes.

En el año 1560, tras varios intentos frustrados en busca de El Dorado, Pedro de Ursúa organizó una nueva expedición para dirigirse a las profundidades de Sudamérica. El grupo de Ursúa estaba conformado por cuatrocientos soldados, que habían sido reclutados en base a su valentía y experiencia en campañas anteriores sin tener en cuenta su moral o su apego a la autoridad. Este detalle marcaría el terrible desenlace de la expedición: Lope de Aguirre era un buen representante de esta clase de estirpe militar. Así que finalmente sucedió. Tras un año de frustrada expedición, el capitán Ursúa fue asesinado a puñaladas junto a su amante Inés, que lo acompañaba. El ideólogo de la conspiración fue Lope de Aguirre, que tras una cadena de asesinatos y sabotajes, en los que tuvo que eliminar a todo aquel contrario a él, se hizo con el poder, dejó el plan de buscar El Dorado, e inició una rebelión contra la Corona. 

El vasco reunió a la tropa y se proclamó así mismo Ira de Dios, Príncipe de la Libertad y del reino de Tierra Firme y provincia de Chile. Todos los dominios americanos se convertían, a partir de ese momento, en objetivos de conquista, y los súbditos del Emperador pasaban a ser sus enemigos. En 1561, Aguirre y 186 de sus hombres firmaron una declaración de guerra contra el Imperio español y el capitán tirano le mandó una carta a Felipe II explicándole sus planes de autogobierno. En ella le anunció que se salía de su obediencia, que prometía hacerle «la más cruda guerra que nuestras fuerzas pudieran sustentar y sufrir», le decía que «van pocos reyes al infierno, porque sois pocos» y firmaba como «hijo de fieles vasallos en tierras vascongadas, y rebelde hasta la muerte por tu ingratitud, Lope de Aguirre, el Peregrino».

Se inició un periodo en que no sólo atacó a las tropas que lo perseguían sino que arrasó las aldeas nativas que encontraba por el camino y mató a 72 compañeros de su propia expedición. A la cabeza de sus hombres, bajó por el Amazonas y tomó varias ciudades de la corona española. Mientras parecía que el vasco estaba ganando la guerra contra el Imperio español, o más bien contra las exiguas fuerzas españolas en América, sus propios hombres empezaron a murmurar sobre la locura y el viaje hacia ninguna parte al que les conducía Aguirre. Su violencia alcanzó cotas terribles, como cuando mandó ahorcar a un fraile que acompañaba a la flotilla y que aconsejó a Lope que no fuera tan cruel. O como cuando su delirio lo llevó a apuñalar con una daga a su propia hija, para impedir que fuese, como él debió decir «colchón de bellacos una vez él muriese a manos de sus enemigos». Ese mismo día, el 27 de octubre de 1561, uno de sus hombres le disparó un arcabuzazo, pero solo consiguió rozarlo y causar la burla de Aguirre. Pero un segundo tirador sí consiguió matarlo en el acto.

Tras su muerte, el rey Felipe II ordenó condenarlo al olvido, prohibiendo que su nombre fuera mencionado. Pero la historia de este terrible personaje ha hecho correr ríos de tinta.