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Álvaro Arbina

Marga d'Andurain, la Mata Hari vasca

EITB Media

El escritor Álvaro Arbina nos acerca la figura de Marga d'Andurain, o la Condesa Margot, la versión femenina de Lawrence de Arabia.

  • Marga d'Andurain. Foto: Wikipedia

    Marga d'Andurain. Foto: Wikipedia

    13:20 min
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En Palmira, la espléndida ciudad en ruinas del desierto sirio, existe un hotel llamado Zenobia, en honor a la antigua y valerosa reina de Palmira, que hace dos mil años puso en jaque la soberanía del imperio romano sobre Oriente. Fundado hace casi cien años, por este hotel han pasado ilustres huéspedes como la escritora Agatha Christie y el rey Alfonso XIII. En El Armario del Tiempo de "Boulevard Magazine" de Radio Euskadi hablamos de la antigua propietaria de este hotel, una misteriosa mujer de origen vascofrancés que se hacía llamar la Condesa Margot.

Jeanne Amélie Marguerite Clérisse, nació el 29 de mayo de 1893 en Baiona en el seno de una familia ilustre. La futura aventurera se había convertido en la gran preocupación de sus padres y así como el estigma de todas las monjas de los colegios. Durante su infancia recorrió un buen número de prestigiosas instituciones religiosas francesas. De todas fue expulsada; sólo las Ursulinas de Hondarribia consiguieron que completara el año escolar. En sus memorias ella relata con orgullo que era de familia vasca. Declaraba que de la estirpe de la que procedía habían salido generaciones de burgueses respetables. Y se preguntaba: ¿Por qué el espíritu ancestral de los vascos, surcadores de mares y continentes, después de tantos siglos sin dejarse notar en las personas de mi sangre, tuvo que reaparecer en una niña destinada a la vida tranquila y monótona de provincias? 

Los padre de Margot  no creían que su hija fuera en realidad tan rebelde, al fin y al cabo ¿qué joven en su sano juicio era capaz de renunciar a todo aquello por lo que otras suspiraban? Así que después de tanto rezar y no obtener el ansiado cambio de actitud de su hija, sus padres se entrevistaron con las eminencias eclesiásticas de Baiona para que le practicasen un exorcismo. Lo que al parecer no funcionó. Cuando cumplió 18 años en el recibidor de su casa siempre había un desfile de posibles novios en los que su madre depositaba toda su confianza. Pero ella no escogió a ninguno, sino que se quedó con un hombre que estaba completamente fuera de los grandes planes a futuro de sus padres. Ese individuo era Pierre D'Andurain, 12 años mayor que ella, que al parecer ni de lejos estaba a la altura de los otros jóvenes y apuestos pretendientes, y con el que encima compartía parentesco.

La luna de miel fue muy larga, y les llevó a España y Argelia, pero de vuelta a casa decidieron probar fortuna en Argentina. Pierre pensaba comprar allí una buena finca y dedicarse a la cría de caballos, pero la joven pareja tuvo que conformarse con sobrevivir como ganaderos en una desvencijada granja en medio de la pampa. A los dos años, arruinados y con dos hijos, regresaron a Baiona. Para entonces, Marga ya tenía muy claro que no podía contar con su marido, hombre indeciso y poco emprendedor, y que ella tomaría las riendas de los negocios.

Marga decidió abandonar Francia y poner rumbo a otro país muy diferente, un lugar exótico y cálido: Egipto. Su idea inicial era montar un salón de belleza en El Cairo. Pero en realidad se dice que el precipitado viaje ocultaba en realidad otro motivo: Marga habría sido reclutada por el servicio de inteligencia británico para trabajar como espía o agente en El Cairo. El salón de belleza era sólo la tapadera para moverse sin llamar la atención entre las esposas de los oficiales británicos.

La ciudad de Palmira fue la última parada de aquella aventura. Marga se enamoró de aquellas ruinas y del esplendor antiguo el reinado de Zenobia en el siglo III d.C. Así que vendió su salón de belleza en Egipto, se divorció de su marido, y desempolvó un viejo hotel olvidado de Palmira para transformarlo en un lujoso complejo. El problema llegó cuando terminó de restaurar el hotel, pues a pesar de que el nuevo espacio era un hervidero político, Marga creía que faltaba emoción en su vida y en 1933, la condesa decidió emprender su aventura más descabellada: ser la primera occidental en entrar en la ciudad santa de La Meca. Para ello tenía que hacerse musulmana. Así que con tal propósito contrajo "matrimonio blanco" con un humilde camellero beduino de la aldea, Soleiman el Dekmari. El viaje de Marga a la ciudad santa del islam sería una auténtica pesadilla. Al desembarcar en el puerto de Yidda, en el Mar Rojo, fue descubierta por las autoridades locales y recluida en el harén del vicegobernador a la espera de que su esposo regresara de la peregrinación. Pero el camellero beduino Soleiman nunca regresó. Murió en extrañas circunstancias, algunos dicen que envenenado. Marga fue acusada del asesinato y encarcelada en los siniestros calabozos de la prisión de Yidda. La sentenciaron a morir lapidada, pero gracias a la intervención del cónsul francés en la región fue liberada.

Un tiempo después, el conde d'Andurain sería brutalmente asesinado en las cercanías del hotel Zenobia. Tras este trágico suceso, y convencida de que nunca se haría justicia, en 1937 Marga abandonaría para siempre Siria. Durante la Segunda Guerra Mundial, Marga y su hijo vivieron en el París ocupado por los alemanes. Mientras la condesa se ganaba la vida traficando con opio y oro, su hijo luchaba junto a sus camaradas de la Resistencia francesa.

Tras el fin de la guerra, llegó el fin de la condesa. El 5 de noviembre de 1948, Marga d'Andurain moría asesinada en su velero, cuando se disponía a comprar oro en el Congo. Nunca apareció su cuerpo ni se conocieron detalles del crimen. Tenía cincuenta y cinco años. Muchos la llamaron la reina de Palmira. La amante de Lawrence de Arabia. O La Mata Hari del desierto. Ella simplemente se definía así misma como aventurera.