Analizamos tres pilares de nuestra alimentación y los mitos que los acompañan. Nos referimos a la sal, la grasa y el azucar. Es cierto que el consumo de sal es uno de los culpables de la tensión alta que afecta a una gran parte de la población, aunque hay que puntualizar que la culpable es la sal refinada, no la sal sin refinar. Otro mito: Una dieta baja en grasas implica que éstas se sustituyen por más cereales –normalmente refinados- y más fruta, por lo tanto supone un incremento en la cantidad de azúcares que comemos y que nuestro cuerpo se ve forzado a acumular en forma de grasa.
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