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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (02/04/2016)

José Félix Azurmendi

¿Qué balance se puede hacer del reciente Aberri Eguna? ¿Ha sido un Aberri Eguna de poco contenido? La creciente crispación en el panorama político.

Tx. ¿Qué balance se puede hacer del reciente Aberri Eguna?

JFA. No creo que se pueda decir que la celebración de Aberri Eguna haya dejado mucho poso, seguramente porque la incertidumbre sobre la formación de Gobierno en España lo copa mediáticamente todo. La dirección del Partido Nacionalista Vasco aprovechó la ocasión para hacer público que proponían de nuevo a Iñigo Urkullu Renteria como candidato a lehendakari, pendiente de un pronunciamiento de sus asambleas que se antoja mero trámite. Queda de las intervenciones del presidente del EBB, Andoni Ortuzar, en referencia a Podemos que no se entiende una celebración de Aberri Eguna sin reivindicación nacional, queda en relación a la izquierda abertzale que debería clarificar si su futuro lo entiende más en clave abertzale o izquierdista. Pocos deben recordar ya que ETA hizo público un comunicado, pocos deben recordar lo que en él se decía, a pesar de que tenía una redacción cuidada y no carecía de referencias de interés a sus aciertos estratégicos y también a sus graves errores y sus dolorosas consecuencias. De Podemos se recordará en todo caso que se sumó a la celebración, así fuera modestamente.

Tx. Se puede decir por tanto que ha sido un Aberri Eguna de poco contenido

JFA. No diría tanto, porque ha habido reflexiones de interés sobre las maneras de ser vasco, sobre las características del nacionalismo, la ciudadanía, el independentismo. Iker Casanova, un dirigente en alza dentro de la izquierda abertzale, escribía en derredor de Aberri Eguna que el primer independentismo habló de raza, el segundo de lengua y cultura, y que .el nuevo independentismo ha de hablar de un pacto social de progreso colectivo. La tendencia a defender el autogobierno y la independencia desde el progreso y el bienestar social, aparcando otras reivindicaciones, ya estaba incorporado al discurso del PNV desde el tiempo de Ibarretxe y es también con el que Podemos sale a la palestra.

Se atribuye a Txillardegi la mayor responsabilidad de que la izquierda abertzale hiciera del euskera su seña de identidad más definitoria, con la que Arzalluz pareció coincidir cuando vino a decir, tras haber sido torticeramente acusado de racista, aquello de que prefería un negro hablando euskera que alguien lleno de apellidos vascos que lo ninguneara. Se atribuye a Argala, cuando la llegada de emigrantes era masiva, la interpretación de que vasco es todo el que vende su fuerza de trabajo en Euskadi. Cualquiera que haya vivido en el extranjero sabe que también es un derecho conservar su pertenencia nacional de origen, su derecho a ser extranjero, mientras disfruta de todos los derechos sociales del país de acogida, pero de esto se habla más bien poco.

Ahora que parece que algo se mueve también en la Euskal Herria continental, no estaría de más recordar la definición que de sí mismo hizo el bajo navarro Jean Haritschelhar Duhalde, presidente que fue de Euskaltzaindia, cuando se reconoció vasco de nación y ciudadanía francesa. Fue catedrático en Burdeos, fue director del Museo de Baiona, fue alcalde socialista en Baigorri, nunca se tuvo por independentista, pero tenía claro cuál era su nación y su lengua.

Tx. Se observa una creciente crispación en el panorama político

JFA. El cambio, que no ha hecho más que empezar, está siendo mal digerido por la derecha española, la política y la intelectual. Solo así se entiende lo que ha dicho el académico de la lengua española Félix de Azua, profesor que fue de aquella enloquecida Facultad de Filosofía de Zorroaga, sobre la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a la que ha enviado a vender pescado; ya había dicho antes que se iba a vivir a Madrid, porque el nacionalismo catalán le resultaba insoportable y no quería esa ambiente para su familia. Entre nosotros, entre nuestros intelectuales,  ha habido gestos parecidos, pero ninguno se hubiera atrevido a decir algo tan torpe contra una mujer alcaldesa, contra las vendedoras de pescado. De torpeza en torpeza, el notario mayor del Reino, el ministro de Justicia Rafael Catalá, ha cometido otra solo esperable en el ministro del Interior, al acusar a Podemos de cercanía con el movimiento etarra y otros movimientos independentistas. Podría dar la impresión de que el PP y su entorno empiezan a ver como algo no imposible un acuerdo para la  formación de un gobierno con el apoyo de Podemos. El plazo se agota, y salvo Rajoy y los suyos, todos parecen estar de acuerdo en que hay que evitar a toda costa nuevas elecciones.