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Jesús Torquemada

Análisis

El drama de los emigrantes en Libia

Jesús Torquemada

Jesús Torquemada

Los emigrantes no están seguros en Libia, donde les maltratan y les matan, y tampoco están seguros en el mar, donde cada vez hay menos barcos de rescate.

El bombardeo contra un centro de emigrantes en Libia y su trágico balance de más de cuarenta muertos es otro nuevo desastre humano a las puertas de Europa. En Libia hay una guerra civil desde hace ocho años. El Gobierno reconocido por la ONU solo controla la capital, Trípoli, y poco más. El Gobierno rebelde del general Hafter controla todo el este del país y se le acusa de haber ejecutado este bombardeo. Sea quien haya sido, el desastre es el mismo.

Libia no es un país estable, es peligroso para sus propios ciudadanos y mucho más para los miles de africanos que se agolpan en Libia intentando dar el salto a Europa. La Unión Europea apoya políticamente al Gobierno de Trípoli y le da dinero para que mantenga una flota de guardacostas. El objetivo es que sea la propia Libia la que controle el flujo de emigrantes e impida que lleguen hasta Europa, pero no funciona del todo. Son muchos los emigrantes desesperados que siguen intentando la ruta marítima. La dura actitud del Gobierno italiano y de su auténtico líder, Salvini, está haciendo imposible la labor de los barcos humanitarios que se dedican al rescate.

El resultado es dramático: los emigrantes no están seguros en Libia, donde les maltratan y les matan, y tampoco están seguros en el mar, donde cada vez hay menos barcos de rescate. Un dilema para Europa: es lógico que intente proteger sus fronteras, pero tampoco puede mirar para otro lado ante este drama demasiado cercano.