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Análisis

Un debate que no pasará a la historia

Olatz Arrieta

Olatz Arrieta

Los candidatos han ofrecido discursos mil veces escuchados ya en la campaña. Está por ver si la victoria de Romney se plasma en las encuestas de intención de voto.

Que Barack Obama estaba como cansado y que Mitt Romney tenía más energía. Este ha sido el primer comentario que he escuchado del primer debate electoral según lo estaba viendo, ha sido cuando todavía no llevábamos ni veinte minutos y la impresión se ha mantenido hasta el final.

Las redes sociales estaban que echaban humo, el debate, con tantos datos económicos y con discursos mil veces escuchados ya en la campaña, animaba a ponerse a teclear y a escuchar la televisión.

Obama miraba hacia el atril, y Romney no dejaba ni un minuto su sonrisa medio forzada, se podía congelar la imagen y ponerse a ver otra cosa tranquilamente.

Romney ha explicado sus argumentos económicos de siempre, pero lo ha hecho sin meter la pata y con más energía que la habitual, y con un tono más moderado que el de la campaña.

Obama ha estado más apagado que de costumbre y no ha arriesgado nada porque el que tenía que lanzarse a la piscina era el rezagado en la encuestas, Romeny.

El republicano ha estado más convincente, algo que al parecer suele ser bastante habitual en los debates en los que se enfrentan el presidente y el hombre que le quiere quitar el asiento.

La pregunta ahora es si la mejor actuación de Romney se trasladará a las encuestas, unas encuestas que llevan si moverse ni un ápice desde el final de las convenciones de los partidos, y que por el momento dan ventaja a Obama.