Internacional -
Análisis
Un tratado que no sirve para nada
El Tratado de No Proliferación Nuclear fue un invento de los países que ya tenían entonces armas nuclares para mantener ese monopolio e impedir que otros países accedieran al club nuclear.
Jesús Torquemada
El Tratado de No Proliferación Nuclear cumple 40 años y la Asamblea General de la ONU se reúne para estudiar su actualización. Podría pensarse que el objetivo de ese tratado, cuando se firmó, era reducir el número de armas nucleares en el mundo, incluso eliminarlas, pero no es eso exactamente. De hecho, durante la vida de ese tratado el número de bombas atómicas ha crecido y también ha aumentado el número de países que tienen esas armas.
En el fondo, ese tratado fue un invento de los países que ya tenían entonces armas nuclares, es decir, Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China, para mantener ese monopolio y para impedir que otros países accedieran al club nuclear. En virtud de ese tratado, un país no nuclear tenía derecho a recibir combustible para sus centrales nucleares; pero a cambio de que se comprometiera a no usar ese material para construir bombas atómicas. Eso incluía la aceptación de inspecciones internacionales para garantizar que se cumplía ese compromiso.
También se hablaba de un desarme de las potencias nucleares, pero ya se ve que éstas no han puesto ningún interés en cumplir esa parte del tratado. Al final, esta reunión de la ONU sólo va a servir para bonitos discursos y para poner el dedo acusador sobre Irán. Se cree que ese país, aunque firmó en su día el Tratado de No Proliferación, está intentando hacerse con el arma nuclear.
Ayer estuvo en la tribuna el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad. Y Ahmadineyad, como se esperaba, se defendió atacando. No reconoció que esté fabricando armas atómicas, pero sí aseguró que no va a cambiar sus planes nucleares; unos planes que, si llegan hasta el final, desembocarán casi seguro en un arma atómica.