Sociedad -
Tercera jornada del juicio
Los forenses no pueden determinar si hubo persecución a Lavandera
Han constatado que las heridas por navajazos de Asier Lavandera fueron hechas en dos tiempos, aunque no pueden determinar si medió una persecución que apoyaría la existencia de alevosía.
Redacción
Los forenses que realizaron la autopsia a Asier Lavandera, el joven muerto a navajazos a la salida de una discoteca en Lekunberri en 2010, han constatado que sus heridas fueron hechas en dos tiempos, aunque no pueden determinar si en medio hubo una persecución, hecho que apoyaría la existencia de alevosía.
Así lo han señalado en la tercera sesión del juicio con jurado que desde el lunes se sigue en Pamplona contra Sergio Fernando R.S., "El Portu", para quien la fiscalía pide 14 años y medio de prisión por homicidio, la acusación particular 25 años por asesinato, y la defensa 2 años y medio interno en un centro educativo especial por homicidio con atenuantes de embriaguez y trastorno de la personalidad, entre otras.
Tras explicar las lesiones (cinco navajazos en el costado y la espalda, en tórax y abdomen), los forenses han determinado que la causa de la muerte fue por hemorragia masiva en relación con múltiples heridas de arma blanca, compatible con la navaja que les enseñó la Guardia Civil.
Han confirmado que es "evidente" que los cinco navajazos fueron hechos en dos tiempos, dado que unas heridas están agrupadas en un costado y las otras en la espalda.
Sin embargo, el forense que ha ejercido de portavoz ha advertido de que era "difícil pronunciarse desde el punto de vista médico" sobre si esas dos acometidas se produjeron en el mismo lugar, aunque ha advertido que una de las heridas es "atípica" y muy diferente al resto por su trayectoria ascendente, que contrasta con las otras.
Sí que ha considerado "posible" y "probable" que Asier pudiera correr cien metros con heridas de gravedad antes de recibir otras heridas y caer.
Otros testimonios
La sesión de este miércoles ha comenzado con el testimonio de varios agentes de la Guardia Civil que participaron en la investigación y ha seguido con los testigos de la defensa. La primera ha sido una religiosa que vivió diez años con el acusado en un piso de acogida, donde fue un "chico normal" pero siempre "un niño prepotente y agresivo, aunque también ha tenido momentos buenos".
Otra de las educadoras del piso de acogida en el que vivió el acusado, pese a apreciar que era un niño "alegre y generoso", ha advertido de su carácter "siempre indisciplinado''. ''No conocía las normas mínimas de disciplina, y ahí hemos tenido 'problemicas', no tanto en el hogar como fuera", donde además de rasgos "agresivos" ha reconocido que en los trabajos que logró ejercer "no respondía".
El psicólogo de aquel piso de acogida ha confirmado su "temperamento impulsivo" que en aquella época se mantuvo "contenido". Pero, a su juicio, ya era evidente que, "ante situaciones que él percibía amenazantes tenía dificultad para de controlar y explotaba".