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DÉCIMO ANIVERSARIO FIN DE ETA

Eduardo Madina: "Intenté odiar pero no supe odiar, ni siquiera el día del atentado"

O.V. | EITB Media

Borja Semper y Eduardo Madina presentan el libro "Todos los futuros perdidos: Conversaciones sobre el final de ETA", sobre sus conversaciones, lideradas por Lourdes Pérez, ante lo que supuso el terrorismo a nivel social y personal.

  • Borja Semper y Eduardo Madina

    Borja Semper y Eduardo Madina

    21:43 min
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Las conversaciones en las que se basa el libro "Todos los futuros perdidos: Conversaciones sobre el final de ETA" tuvieron lugar en un caserío de Aretxabaleta y estuvieron lideradas por Lourdes Pérez, subdirectora de El Diario Vasco.

Borja Semper ha calificado las conversaciones como "un viaje interior de descubrimiento personal". En una conversación a tres bandas junto con Eduardo Mardina y Xabier García Ramsden en "Boulevard" de Radio Euskadi, Semper ha añadido que "nunca hemos hecho bandera política de nuestra condición de amenazados por ETA".

Eduardo Madina subraya que en el fenómeno del terrorismo conviven durante mucho tiempo "el asesinato con el silencio social en nuestras calles" y destaca la labor "muy importante" de los movimientos pacifistas en el despertar de la gente. Entre sus recuerdos destaca el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, hecho que ayuda a la sociedad vasca a preguntarse por su propia valentía.

"En el mismo portal podría haber gente amenazada por ETA y otra gente que se hubiera alegrado y justificado el asesinato de un convecino" ha recordado Semper. Le pusieron escolta con 19 años y recuerda como su madre "sacó la vajilla de las ocasiones especiales porque venían 2 hombres a proteger a su hijo". Semper ha relatado que en una de las ocasiones que ETA intentó acabar con su vida tuvo que estar 15 día viviendo en la Delegación del Gobierno en Vitoria.

Eduardo Madina ha añadido que "no somos conscientes de la cantidad de personas que estuvieron protegiendo a gente en el País Vasco y Navarra" y ha recordado a los compañeros socialistas que iban a la universidad con escolta, a una compañera, conductora de autobús, que se sentaba todos los días a conducir con 2 escoltas, y a otra compañera limpiadora que iba a limpiar con escoltas. Aún así ha sido incapaz de sentir odio, "ni siquiera el día de mi atentado". No supo odiar.