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La mecánica del caracol

Ciencia

El derecho a la intimidad genética y la extraña pareja del pez pescador

Pilar Nicolás explica cómo funciona la protección de datos relativos a pruebas genéticas. Juan Ignacio Pérez Iglesias describe la forma de reproducción de un pez abisal que se fusiona con su pareja.

  • 53:13 min
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Desde el pasado 25 de mayo los ciudadanos europeos tenemos que dar nuestro consentimiento inequívoco para que las empresas puedan usar nuestros datos. Están obligadas, además, a decir qué datos están utilizando, cómo los tratan y con qué objetivo. La nueva ley europea sitúa la protección de la información de los ciudadanos en un plano inédito hasta el momento. Al aplicarse en todo el territorio unifica tanto los derechos como las obligaciones. La nueva normativa, y el aluvión de información que ha generado, hace que nos preguntemos sobre los datos que generamos, su recorrido y pervivencia en el mundo digital que usamos continuamente , pero cuya realidad a menudo se nos escapa. Hoy vamos a hablar de un aspecto muy concreto de nuestros datos: la información genética. Nuestra invitada es Pilar Nicolás es licenciada en derecho y coordinadora de Proyectos de Investigación de la Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad del País Vasco/EHU. Con ella repasamos conceptos como el de intimidad, el consentimiento informado y el derecho a no saber.

En la segunda parte del programa Juan Ignacio Pérez Iglesias, catedrático de Fisiología de UPV-EHU, nos trae otra de sus asombrosas historias de animales. Se conoce como dimorfismo sexual las variaciones en la fisonomía externa, como forma, coloración o tamaño, entre machos y hembras de una misma especie. Pues los protagonistas de nuestra historia de hoy, son los peces pescadores o peces anzuelos llevan esta cuestión al extremo. Estos peces, parientes del rape suelen vivir entre los 1000 y 3000 metros de profundidad, donde hay poca comida, la luz es inexistente  y donde cruzarse con una potencial pareja no es precisamente fácil. Así que los machos, que son mucho más pequeños que las hembras, lo que hacen es engancharse y fusionarse, literalmente, con la primera pareja que pillan.