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Ciencia

Profesor Angulo

Hablemos de la dieta

En la dieta mediterranea abundan las frutas, las verduras y el pescado, y se consumen pocos productos lácteos, carne roja y azúcar.

  • Dieta mediterránea

    11:15 min
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Para empezar, vamos a elegir nuestra dieta, la mediterránea, por costumbre, cultura y geografía. En esta dieta abundan las frutas, las verduras y el pescado, y se consumen pocos productos lácteos, carne roja y azúcar. ¿Es una buena descripción?

Así la describen, con brevedad, un grupo de investigadores australianos que ha publicado un meta-análisis de la relación entre esta dieta y los efectos cognitivos que provoca en adultos.

Han seleccionado 18 artículos de los 173 que han encontrado en las bases de datos que relacionan dieta y aspectos cognitivos y publicados entre 2000 y 2015. En total, en estos 18 artículos se investiga a unos 47000 voluntarios de amplio rango de edad. Tres de los estudios tratan de Navarra, Cataluña y España.

El análisis encuentra que hay una relación fuerte entre la dieta mediterránea y tasas más lentas de aparición de deterioro cognitivo y de desarrollo de Alzheimer y mejoras, sobre todo, en la memoria y en la ejecución de tareas.

Lo hemos visto, son buenas las frutas y verduras para la salud mental pero, en nuestra sociedad occidental, la dieta puede ser, y lo es a menudo, poco saludable y carece de la cantidad adecuada de estos alimentos. No es fácil persuadir a los consumidores de que incluyan más frutas y verduras en su dieta.

No son los únicos. Otros estudios, australianos y británicos buscan nuevos argumentos a favor de incluir frutas y verduras en la dieta.

Los autores exploran la relación entre una dieta saludable, con frutas y verduras, y la sensación subjetiva de bienestar y felicidad en los consumidores.

Utilizan los datos de alimentación de una encuesta australiana, tomados, en 2007, 2009 y 2013, para más de doce mil participantes seleccionados al azar con edades de 15 a 93 años.

El consumo medio es de 3.84 porciones de frutas y verduras al día.

Eso significa que se está muy por debajo de la media recomendada de consumo de fruta y verdura.

Aproximadamente, el 85% de los encuestados está por debajo de la media en consumo de frutas y el 60% en verduras. Menos del 2% consume más de cinco porciones de fruta al día y el 8% consume más de cinco porciones de verdura al día.

¿Se les pide a los encuestados que valoren su sensación de felicidad?

Sí.Cuando se pide a los encuestados que puntúen su felicidad y bienestar, o sea, su satisfacción vital, entre 1 y 10,  más o menos, un tercio se puntúa entre 7 y 10.  Y esta satisfacción vital crece según aumentan las raciones diarias de frutas y verduras, llegando a multiplicarse por 20 la felicidad y el bienestar según se pasa de 1 porción a 8 porciones al día. Para alcanzar estos aumentos de satisfacción vital con frutas y verduras hay que seguir esta dieta durante, por lo menos, 24 meses.

Parece obvio a estas alturas que el consumo es más sano, pero concluir que es tb más feliz se antoja más lejano. Sin embargo parece razonable que a más salud, más bienestar y felicidad.

En Estados Unidos, en la Universidad de Utah, han utilizado datos de Twitter para conocer, después de analizar 80 millones de tweets enviados entre 2015 y 2016, qué alimentos consideran los estadounidenses más sanos y, también cuáles son para ellos los más populares. Por lo que sabemos no son mucho de dieta mediterránea.

El top 10 de los más populares, es decir, de los más citados en los tweets, lo encabeza el café, seguido de la cerveza, la pizza, Starbucks, cerveza Indian Pale Ale, vino, pollo, barbacoa, helado y tacos.

Y el top 10 de los más sanos, o sea, más citados como más sanos, comienza con el pollo, y sigue con los huevos, la ensalada, el pavo, la banana, el mango, el maíz, los tomates, el salmón, las setas y el atún.

Como ven, solo el pollo aparece en las dos listas.

Profesor, la dieta nos obsesiona. Perder peso, por razones de salud y estéticas, la preocupación por lo que comenos o la despreocupación, si se quiere, también por lo mismo…somos una sociedad esquizofrénica respecto a la alimentación.

A menudo nos preocupamos, considero que con exceso, de la dieta que ingerimos cuando, para empezar, podemos centrarnos en algún detalle, incluso de lo más nimio. Por ejemplo, investigadoras estadounidenses de diferentes unievrsidaddes nos cuentan el resultado de sustituir, en la dieta, las bebidas azucaradas por agua.

Utilizan datos de una encuesta, hecha entre 2007 y 2012, en todo Estados Unidos. Se consideran bebidas azucaradas: lo zumos de frutas, la soda, el café y el té con azúcar, las bebidas energéticas, los refrescos y algunas otras.

El porcentaje total de calorías en la dieta que vienen con las bebidas es del 17% y, solo con la sustitución de las bebidas azucaradas por agua, baja al 11%. La mejora en el Índice de Masa Corporal de los voluntarios está entre el 9% y el 21%. La obesidad cae en un 35% y el número de voluntarios con peso normal crece el 28%.

Pero para cumplir lo anterior debemos saber elegir los alimentos que componen la dieta. Y aquí entramos en la influencia de los medios y la publicidad a la hora de seleccionar lo que comemos. Por cierto, que en España se  van cientos de millones de euros en publicidad relacionada con la alimentación.

Sí, en concreto, los anuncios en televisión. La inversión que hacen las empresas alimentarias en publicidad es enorme y casi llegó a los 400 millones de euros en España en el año 2010. Y muchos de esos anuncios en televisión, tan costosos, van dirigidos directamente a los niños.

Amanda Bruce y su equipo, de la Universidad de Kansas, nos cuentan cómo reaccionan los niños ante los anuncios de alimentos en televisión.

Trabajan con 23 niños de 8 a 14 años, con 12 niñas. Ven anuncios por televisión para 60 alimentos y eligen entre dos opciones después del visionado: comer o no comer.

Los autores observan que los niños, una vez que han visto los anuncios, cambian la importancia del gusto, de lo que les gusta, para elegir el alimento anunciado. El alimento visto en televisión les gusta más que el que no se anuncia. No utilizan, y es obvio a su edad, ningún criterio en relación con la salud sino, más bien, buscan una recompensa inmediata con el alimento que consideran sabroso. Y, lo dicho, aumenta su puntuación de sabroso, de querer comer lo que han visto en el anuncio de televisión. Incluso el proceso de la elección es más rápido y eligen en milisegundos.

A la vez que ven los anuncios, los niños pasan por una resonancia del cerebro para conseguir un escáner del funcionamiento de las áreas cerebrales. Esto es interesante profesor, ¿qué zonas cerebrales se iluminan, es decir, funcionan?

Funciona, cuando ven el anuncio, la corteza prefrontal media, una zona del cerebro conocida por su gestión de la sensación de recompensa que sentimos después de alguna acción que hemos realizado. Es decir, los alimentos anunciados en televisión provocan una sensación de recompensa cuando son elegidos. Por tanto, estos anuncios modifican los mecanismos fisiológicos, neurológicos y psicológicos del cerebro de los niños.

Eso es muy importante. Además en estos anuncios, en muchos casos, aparecen personas famosas apoyando lo que se anuncia. Mayor refuerzo.  Son las famosas celebrities en inglés. Son muy populares, sobre todo las estrellas de la música y los actores y actrices de series televisivas, entre los adolescentes. En  Universidad de Nueva York, han repasado los productos que anuncian estas celebrities.

Han elegido a las estrellas en las listas de los que más música venden y más populares son en los años 2013 y 2014.

De los 190 anuncios que presentan 163 famosos, el 26% venden cosmética y colonias, y, a continuación, están los alimentos y bebidas con el 18%. Son 65 los famosos que anuncian 57 comidas y bebidas. El 71% de las bebidas son sin alcohol pero azucaradas, con un exceso de energía y una carencia de nutrientes saludables. Por ejemplo, Justin Timberlake, Britney Spears, Shakira o Kate Perry anuncian Pepsi o McDonald’s.

En conclusión, las celebrities anuncian, sobre todo, bebidas azucaradas y alimentos pobres en nutrientes saludables.

Es evidente que tenemos que aprender a elegir los alimentos para completar una dieta saludable. Ser un elector de alimentos competente requiere saber de seguridad alimentaria, diversidad nutricional, ingestión adecuada de calorías, y quitar el hambre o, en el primer mundo, cuidar la salud con la dieta.

En la universidad de Chicago han estudiado el mecanismo que interviene en la elección de alimentos y, además, lo han hecho con bebés. ¿Cambia mucho el comportamiento?

Trabajan con 16 niños y 16 niñas, de 10 a 15 meses de edad, con 164 meses de edad media, que intervienen en varios experimentos. Los resultados indican que los niños no esperan que el alimento que les gusta les apetezca a los demás. Sus preferencias tienen una base social y gustan de aquello que comen las personas más cercanas a ellos, que normalmente son su familia. Además, eligen la comida de las personas que hablan su mismo idioma y, si el bebé es bilingüe, de las que hablan el idioma de su entorno social más cercano, que de nuevo es su familia.

En cambio, si algo no gusta al bebé, deduce que no le gusta a nadie. Considera el asco como universal.

Quizá se basa en la selección natural del asco que da a los niños el comer plantas, sobre todo verduras, que es un disgusto general, en cualquier cultura, y que se ha propuesto que pretende evitar que los niños se envenenen probando plantas peligrosas.

En conclusión, los bebés eligen los alimentos según lo que come su entorno más cercano, y lo que no les gusta suponen que no le gusta a nadie.