Economía -
EITB DATA
Incertidumbre en la recuperación post-pandemia
Con una inflación consolidada que ha alcanzado registros nunca vistos desde los años 80, la ciudadanía ve con preocupación su futuro económico a corto-medio plazo. Los precios de los productos energéticos no dejan de aumentar, obligando a los demás bienes y servicios a sumarse a esa escalada.
I. R. | EITB MEDIA
Euskaraz irakurri: Ziurgabetasuna pandemiaren osteko susperraldian
Desde principios de 2021, la inflación no ha parado de crecer en el Estado español. Durante la fase de recuperación después de los meses más duros de la pandemia, la economía se ha visto comprometida por varios factores que han desajustado hasta cierto punto la oferta y la demanda de los bienes y servicios, encareciendo sus precios. Asimismo, los problemas de transporte y la invasión "imprevista" rusa en Ucrania ha recrudecido la situación económica en Europa, que ha empezado a dificultar el suministro y encarecer los precios de la energía.
La previsión de crecimiento económico se ha revisado a la baja, confirmándose así un escenario de inflación hasta bien entrado el 2023, e incluso puede que se extienda a 2024, según el último estudio de EITB DATA. De esta manera, el pesimismo y la incertidumbre es mayoritaria en Euskadi y Navarra, aunque sus economías se mantienen "fuertes", con una posición financiera privada mejor que antes de la llegada de la crisis del 2008.
La situación es generalizada en toda la zona euro, por lo que el Banco Central Europeo (BCE) se ha visto obligado a subir los tipos de interés para enfriar la inflación y el IPC, que se situó en agosto en el 9,1 % en la zona, algo todavía muy lejos del objetivo del BCE, que busca bajarlo hasta el 2 %. La realidad en Euskadi y Navarra es algo más preocupante, ya que los IPC de ambos territorios marcaron un 10,3 % y un 11 % respectivamente.
En los años 2007 y 2021, los incrementos del IPC han sido bastante parecidos en Hego Euskal Herria. Sin embargo, desde 2011 ese indicador se mantuvo inferior al 2 %, llegando incluso a ser negativo durante la crisis de la pandemia en 2020, hasta el 2021, que, con la recuperación económica, comenzó su escalada en todo el conjunto del Estado español.
Ya en 2022, la economía arrancó el año con un perfil inflacionista, sumándose al carro la guerra en Ucrania y el aumento de los precios energéticos. De esa manera, actualmente estamos viviendo una situación de inflación nunca vista desde los años 80, en parte, reforzado por la componente energética, según desprende el estudio de EITB DATA.
La energía, un carro cuesta abajo
Los precios de la electricidad, del gas y del petróleo crecen día a día, arrastrando consigo los precios de casi todos los bienes y servicios. Hasta 2020, el precio mayorista de la electricidad se situaba entre los 20 y los 40 euros/MWh, según los países. Durante el segundo semestre de 2021, los precios repuntaron a los 80-100 euros/MWh, llegando a alcanzar los 308 euros/MWh en 2022.
Todo apunta a que estos altos precios se mantendrán en Europa debido a la escasez de gas natural y al conflicto entre Rusia y Ucrania. Europa ha dependido hasta ahora de Rusia para el suministro de gas, por lo que los gobiernos de la zona ya se han puesto en marcha para poner "soluciones" a la escasez de este bien indispensable, más ahora a las puertas de un invierno que se prevé "frío".
Del optimismo… al pesimismo
La inflación repercute en el crecimiento económico y del empleo, algo que está afectando a todos los mercados europeos. De la misma manera, se ha deteriorado la expectativa económica en la zona euro, tanto de los agentes productivos (industria, construcción, servicios y comercio minorista) como de las personas consumidoras.
Según el estudio de EITB DATA, tras la salida de la pandemia, en enero-febrero de este año se alcanzó el máximo histórico del índice de sentimiento económico, con 13 puntos; sin embargo, con la inflación y la escalada de precios, en julio-agosto esa expectativa se ha vuelto negativa, "anticipando lo que va a pasar en los resultados económicos del otoño-invierno".
En este último periodo, las expectativas industriales en Europa se han enfriado, augurando un decrecimiento que se ha empezado a notar ligeramente en agosto con la reducción de la cartera de pedidos en las empresas. Tanto Euskadi como Navarra tienen economías abiertas con una importante actividad industrial exportadora, por lo que este deterioro afectará a la actividad industrial de las dos comunidades.
En cuanto a las personas consumidoras, ya comenzaron el año con cierto pesimismo, agravado estos últimos meses por la consolidación inflacionista. De esta manera, las personas han comenzado a ahorrar y a contener sus gastos por miedo a lo que pueda suceder a corto-medio plazo.
Este cambio de escenario ha obligado a revisar las expectativas de crecimiento económico en el Estado español, dejando como resultado una rebaja del crecimiento en 2022 y 2023, del 5,5 % y el 4,4 % calculado en otoño del 2021, al 4 % y 2,1 % revisado este verano, respectivamente.
Entre los indicadores que conforman los escenarios de crecimiento económico destaca las previsiones que se hacen con relación a la evolución de la inflación. Este indicador ha sido inferior al 2 % durante los últimos 20 años, y es el que ha registrado la revisión más relevante.
Así, entre el otoño de 2021 y el verano de 2022, las previsiones sobre la inflación para este último año se han cuadriplicado al impacto de la crisis de los precios energéticos. Además, esta previsión de empeoramiento se ha extendido a 2023, situando la inflación entre 3-4 % para la mayoría de los países europeos.
El Banco Central Europeo ya se ha empezado a movilizar para intentar contener la escalada inflacionista subiendo los tipos de interés; sin embargo, resolver la crisis energética condicionará este nuevo escenario económico para que no se extienda hasta el 2024.