Internacional -
ANÁLISIS
La Iglesia nicaragüense y Daniel Ortega ya no son amigos
Durante la celebración, y ante miles de simpatizantes del Frente Sandinista, el presidente nicaragüense lanzó un duro ataque contra los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
Imanol Butron Alonso (*)
Euskaraz irakurri: Jada Nikaraguako Eliza eta Daniel Ortega ez dira lagunak
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega y su mujer no tienen intención de abandonar el poder. Tampoco parece que la resolución para adelantar las elecciones a marzo de 2019 que la semana pasada aprobó la Organización de Estados Americanos les haya hecho cambiar de idea. Las protestas y el descontento popular son cada vez más patentes, y aprovechando el 39 aniversario de la Revolución sandinista, Ortega cargó contra la única organización que trata de mediar en el asunto: la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).
Durante la celebración, y ante miles de simpatizantes del Frente Sandinista, el presidente nicaragüense lanzó un duro ataque contra los obispos de la CEN, a los que tildó de golpistas. Además, les acusó de azuzar una violencia y una profunda crisis política que va camino de cumplir 4 meses y que ya ha dejado más de 300 muertos, y terminó diciendo que los obispos se descalificaron como mediadores y testigos del diálogo cuando pidieron adelantar las elecciones a marzo de 2019.
Nicaragua tradicionalmente ha sido un país donde la Iglesia ha estado involucrada en la política y donde el 58,8 % de la población se considera católica, incluido Daniel Ortega, y especialmente su mujer. Este acercamiento a la Iglesia, inspirado por su mujer, hizo que en los primeros días de las protestas, Ortega apelara a los obispos para que actuaran como mediadores en las negociaciones con la oposición. De esta forma, crearon una alianza heterogénea de grupos distintos: estudiantes, asociaciones de negocios y organizaciones agrícolas.
Sin embargo, las negociaciones se torcieron y toda la violencia ocasionada hizo que la Iglesia nicaragüense condenara la actuación del Gobierno. Ahora, Ortega ha dejado de tratar a los obispos como mediadores neutrales y ya no los considera “amigos”.
(*) Imanol Butron Alonso, graduado en Ciencias Políticas por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), es alumno en prácticas del Máster De Comunicación Multimedia EiTB-EHU en eitb.eus.