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Pedro Sánchez, la meteórica ascensión de un militante raso

El diputado madrileño se ha convertido en secretario general del PSOE pese a que hace un mes era un completo desconocido.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. EFE
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. EFE
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. EFE

Redacción

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Desconocido por la opinión pública e incluso por buena parte del PSOE hasta hace tan solo unos meses, Pedro Sánchez (Madrid, 1972) se ha ido convirtiendo en el imán de una mayoría heterogénea a la que se han sumado las bases del partido en las primarias.

La preparación y eficacia del diputado madrileño son ya tan conocidas como su atractivo y telegenia, las mayores bazas de quien anunció su candidatura ofreciendo "unidad" y "cambio" para convertirse en la amalgama del socialismo español en sus horas más bajas.

A su 42 años, Pedro Sánchez dijo que sería el "candidato de la carretera" y lo ha sido. Antes de confirmar sus aspiraciones ya había recorrido 30.000 kilómetros durante ocho meses en su Peugeot 407 para darse a conocer a los afiliados, pero en el último mes ha dormido en sus casas, les ha hablado, les ha besado y se ha hecho fotos con ellos.

Su fuerza como imán de mayorías atrajo más avales hacia él que la suma de sus dos contrincantes: 41.338 firmas (25.238, Madina y 9.912, Pérez Tapias) que le situaron como favorito en doce de las diecisiete comunidades autónomas, entre ellas en Andalucía, la más numerosa e influyente, donde ha arrasado en número de votos.

Este amplia victoria le ha valido sin embargo también algunas críticas, ya que hay quien le ve como el favorito del 'aparato' del PSOE y de la presidenta andaluza Susana Díaz, a quien señalan como 'lideresa' del PSOE en la sombra.

Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, máster en Economía Política Europea por la Universidad Libre de Bruselas y en Liderazgo Público por el IESE, Sánchez sabe inglés y francés.

También ha trabajado un periodo corto de tiempo en el departamento de Relaciones Internacionales de la ONU y en el gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia para el proceso de reconstrucción y fue dos años asesor en el Parlamento Europeo.

Con ese currículum, empezó a hacer trabajos como economista para el PSOE de los primeros años de Zapatero, que decidió contar con él para el equipo encargado de promocionar en Madrid a una entonces desconocida Trinidad Jiménez y le metió en la lista al Ayuntamiento de la capital en las municipales de 2003.

Entró en el Congreso en 2009 para ocupar la vacante que dejó Pedro Solbes, y aunque mejoró su puesto en la lista en la siguiente legislatura, tuvo nuevamente que esperar más de un año para volver al Congreso, en ese caso en sustitución de Cristina Narbona.

También para liderar el PSOE tuvo que esperar una vacante, esta vez la de la andaluza Susana Díaz, cuya decisión de no presentarse le abrió el camino.

Fue uno de los coordinadores de la Conferencia Política que definió en noviembre de 2013 el proyecto político del PSOE para la próxima década y desde hoy tiene ante sí la difícil tarea de amalgamar también a los que no le han votado.

Persona de gran ambición, tiene dos hijas y jugó al baloncesto hasta los 21 años en el Estudiantes.

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