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Análisis

Esperando a ETA en el Palacio de Franco

La Conferencia Internacional de Paz ha sido un éxito. Es la sensación que han trasladado sus organizadores. El guión se ha cumplido al milímetro, de principio a fin, y nada ha estado fuera de lugar.

Los seis expertons internacionales, durante la lectura de la declaración
Los seis expertons internacionales, durante la lectura de la declaración

Iñigo Herce

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Nadie ha quedado fuera de juego. El único momento que no estaba previsto –al margen de la sorpresa causada por las corbatas de Martín Garitano y de Rufi Etxeberria-- ha sido la visita de los colectivos de víctimas de ETA. Pero también ese episodio ha sido incorporado con elegancia y naturalidad al universo de la Conferencia: los organizadores se han mostrado dispuestos a recibir en la Casa de la Paz a sus portavoces, para al final recoger sus demandas con el compromiso de trasladarlas a los participantes.

Quienes han participado en el plenario han reconocido que todo se ha ajustado a lo previamente diseñado. El clima de la Conferencia ha sido tranquilo, elegante, propio de una mesa en la que la diplomacia era un valor de primer orden. Todo el mundo se ha ajustado al tiempo previsto (tres minutos, unos, 60 segundos, otros), espacio que los participantes han empleado en leer la declaración que traían previamente trabajada. En nombre del PSE-EE, quien ha hablado ha sido Jesús Eguiguren, pese a que la entrada las declaraciones han corrido a cargo de Carlos Totorica. El presidente de los socialistas vascos sí se ha excedido algo en el tiempo asignado, según uno de los asistentes, y su intervención se ha centrado en recordar el papel que los socialistas vascos han jugado en el final de ETA, así como defender la validez de la propuesta de normalización realizada por el lehendakari López en el Parlamento Vasco.

Los principales agentes internacionales invitados también han tomado la palabra, al inicio, y al final. Kofi Annan, Bertie Ahern, Jonathan Powell y Gerry Adams han dibujado la hoja de ruta que recoge la declaración final. Según el abogado Brian Currin, es ETA quien debe dar el primer paso, y ese paso tiene que ser una declaración que compromete de forma clara el final definitivo de la violencia. A partir de ahí, según Currin, son los Gobiernos quienes deberían aceptar el reto de sentarse a hablar de aspectos como los presos, el desarme o "cuestiones de seguridad". También el espinoso tema de las víctimas está recogido en la hoja de ruta, pese a que los colectivos de víctimas de ETA no lo consideren suficiente. Y un último apunte: según el abogado sudafricano, todos los partidos participantes en el cónclave comparten estos mínimos. Por tanto, el PSE-EE comparte este diseño para el final de la violencia.

Todo queda, pues, pendiente de ETA. Durante los próximos días debe llegar, según esta versión, la que según algunos puede ser una declaración histórica. Los principales nombres que hoy han querido apoyar con su presencia esta Conferencia no lo habrían hecho sin contar con las garantías de éxito suficientes, según un portavoz autorizado de la izquierda abertzale oficial.

Difícilmente hubiera imaginado el dictador durante sus plácidos veranos en San Sebastián que el Palacio de Aiete en el que se alojaba sería algún día sede de un cónclave que podría traer el final de ETA. Si Franco levantara la cabeza....

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